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Estigmatiza que algo queda (1)

jueves 27 de octubre de 2022, 09:08h

Todos tenemos un alto potencial estigmatizador, que empieza con el chafardeo y hablar y despellejar al prójimo, pero esto alcanza cotas máximas cuando hablamos de todo lo concerniente a la salud mental, es decir a los enfermos, a sus familias, a la atribución de que son violentos, a las enfermedades psiquiátricos, a los fármacos psiquiátricos: ansiolíticos, antidepresivos y antipsicóticos, al electrochoque, a ir al psiquiatra etc etc.

Además de la losa de la enfermedad, desde edades tempranas y de la espada de Damocles que supone para toda la vida, la sociedad les etiqueta, los rechaza y los discrimina. Grandes dosis de invisibilidad y silencio. Las familias de los enfermos mentales se convierten en guetos. Aislados como defensa ante los anticuerpos que la enfermedad mental genera en la sociedad. Genoma y angioma en contra del enfermo y de sus familias. El estigma ha sido y es la batalla que no podemos perder.

Está en juego la dignidad y los derechos civiles de nuestros enfermos mentales. Tolerancia cero. Difícilmente encontraremos en la historia de la humanidad una enfermedad tan terrible como la esquizofrenia que se haya encontrado en su camino un campo de minas que convierte el devenir de sus enfermos y de sus familias en una tragedia que consumirá sus vidas. Soledad. impotencia, desesperanza y toneladas de culpa y de vergüenza. Te toca la china de padecerla y además la sociedad ejerce un sadismo irracional del que es muy difícil escapar.

Primero la etiqueta despersonalizadora (“este loco, que lo encierren, es peligroso”). Condena perpetua a su biografía, a su biología y a su contexto. La deshumanización es la secuela trágica de la estigmatización. Convendría recordar algunas nociones sobre la naturaleza humana para tocar con los pies en el suelo y aumentar nuestra empatía: Todos estamos predelirantes y predepresivos. Todos somatizamos. Todos somos agresivos. Todos somos terminales. Todos estamos en riesgo de descompensarnos. Nadie es culpable ni elige padecer un trastorno mental. Todos jugamos a la lotería genética. No elegimos nuestra crianza, la familia de origen ni el lugar donde nacemos. Y aunque, pensemos y nos engañemos con la creencia que autodiseñamos nuestra vida, somos fruto de mil casualidades y del azar.

Madurar exige siempre una progresiva des-idealización y asumir que la vida controlada es un pensamiento mágico e infantil del cual es necesario desprenderse. La materia prima con la que fabricamos el estigma son las creencias. Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Las creencias, que en muchos casos son inconscientes, afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás, de las cosas y situaciones que nos rodean. Son una fuerza muy poderosa dentro de nuestra conducta.

Todos tenemos creencias que nos sirven como recursos y también creencias que nos limitan. Las creencias se han ido formando, ocupando un espacio, una energía, se han ido materializando dentro de nuestros conceptos más arraigados. Vienen a partir de lo que nos han dicho, de lo que hemos vivido, son maneras que nosotros creemos tener y ser, y que vienen más de otras personas, educadores, padres, experiencias de nuestros padres, por los medios de comunicación o en el momento que algo nos ha sucedido muy fuerte y se ha producido una impregnación en nuestro consciente o en nuestro inconsciente. Un método para cuestionarlas es la deliberación. Cuando una creencia se instala en nosotros de forma sólida y consistente, nuestra mente elimina o no tiene en cuenta las experiencias que no casan con ella. Es difícil cambiarlas. Como decía Marcel Proust los hechos de la vida no penetran en el mundo que viven nuestras creencias, no las han hecho nacer, ni las destruyen: pueden infligir los más constantes desmentidos sin debilitarlas.

El estigma es una marca o atributo que vincula a la persona con características indeseables. Es casi siempre “inconsciente” y está basada en erróneas concepciones sociales, fuertemente arraigadas en la percepción colectiva. El estigma se operativiza a través de tres factores: los estereotipos, los pre-juicios y la discriminación con la privación de derechos civiles: vivienda, trabajo.etc.

Resultado: Trato indigno y bloqueo de la reintegración social.

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.

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