El Gobierno ha aprobado este martes en el Consejo de Ministros la reforma de la Ley del aborto impulsada por Igualdad en la que, entre otras medidas, se permitirá abortar sin permiso paterno a los menores de 16 y 17 años y se recoge el acceso gratuito a la píldora del día después.
La recomendación del fármaco sobre la píldora del día después suele hacerse con información errónea sobre sus efectos abortivos. Así suele decirse que ‘no es un abortivo y se puede recetar a menores’ o que ‘abortiva y poscoital no es igual’. Este tipo de afirmaciones se basan en considerar que sólo es abortivo aquel producto o mecanismo que actúe sobre el embrión humano después de su anidación en el útero, es decir, unos 14 días después de la fecundación.
Se pretende así presentar a la píldora del día después como un anticonceptivo que no afectaría al derecho a la vida del embrión. Frente a esta forma de presentar las cosas, hay que recordar que la píldora del día después puede tener tanto un efecto de inhibición de la ovulación como de destrucción del embrión humano ya existente en el tiempo que transcurre entre la fecundación y la anidación en él útero.
Si la distinción entre anticonceptivo y abortivo está en que el primero impide la fecundación y el segundo elimina al embrión después de la fecundación, está claro que la píldora del día después tiene también este efecto abortivo si es ingerida habiéndose producido ya la fecundación.
Por ejemplo, según los datos aportados por un artículo de Croxatto y colaboradores (Human Reproduction 22; 434,), se indica que “con la píldora del día después se evita la ovulación en un 66 % de las ocasiones. En grupos de mayor riesgo este porcentaje es del 58 %. Es decir, que entre un 34 y un 42 % de las veces, según este investigador conocido por su defensa del uso de la píldora del día después, ésta actuaría por un mecanismo antiimplantatorio, por tanto, abortivo”.
Muchos estudios señalan que el uso de la PDD no reduce el número de embarazos y por el contrario, el promover éste tipo de métodos entre adolescentes aumenta considerablemente el índice pues se confían a la píldora llevando una vida promiscua. Aumenta así el riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual y de SIDA.
El crecimiento del número de embarazos de adolescentes, el mantenimiento de la expansión del sida, el que no acabe de controlarse las enfermedades de transmisión sexual, el incremento del número de abortos, la debilitación de las convicciones familiares y tantos otros fenómenos preocupantes de nuestros días son el fruto inevitable de la banalización y trivialización de las relaciones sexuales.
A pesar de esta nueva muestra de totalitarismo y de la evidente falta de interés de este Gobierno por escuchar a la sociedad civil, hay que continuar dando la batalla cultural en defensa de los derechos fundamentales, el primero de ellos el derecho a la Vida y a la Dignidad.