La culpa no la quiere nadie, ni a nivel micro ni a nivel macro. Todo lo que nos ocurre es por culpa de un murciélago o un pangolín y ahora del cambio climático o del malvado Putin.
La paradoja es que el maléfico presidente ruso podría ser el responsable indirecto de traer riqueza a Mallorca y otros destinos turísticos el próximo invierno que, dicho sea de paso, muchos se afanan de calificar como de desastroso.
Alemania depende en exceso de la energía rusa y Putin les va a cortar el suministro de energía. Alemania va a pasar un invierno muy frío con restricciones de gas por parte de la población y no tendrá con qué calentarse. Al menos, no como hasta el invierno pasado. Se barajan severas restricciones.
De esta amenaza que ha supuesto Putin para los hogares alemanes, los hoteleros mallorquines han visto una oportunidad.
Me parece excelente la propuesta de la Federación Hotelera de Mallorca, encabezada por María Frontera, de iniciar un movimiento para acoger alemanes durante este invierno.
Atrayendo turistas alemanes en invierno, alargamos la temporada turística, reducimos el eterno problema de la estacionalidad y liberamos a Alemania de consumidores de la escasa energía que les va a llegar. Y, si encima, tenemos el aliado que siempre es la celebración del mundial de fútbol, mejor. Este año, para mayor suerte nuestra tendrá lugar durante los meses de noviembre y diciembre.
Las agencias de viaje alemanas levantaron la liebre con la propuesta de una ayuda de 500 euros para los jubilados alemanes que vinieran al sur de Europa durante el invierno. Encima pueden venir con dinero extra en sus bolsillos.
Putin, el mundial y la subvención alemana están de nuestra parte. Los astros se han alineado para poder tener un buen invierno en Mallorca ¿seremos capaces de aprovecharlo? Esperemos que la administración pública no lo eche a perder.
Ya sabemos que un alemán aquí no gasta energía allí. Este ha de ser el gancho para que el gobierno alemán entre a jugar.
Si se alarga la temporada turística, los hoteleros pagan más salarios, los turistas irán a más restaurantes, consumirán más cervezas, cogerán más taxis y comprarán más souvenirs. El dinero se moverá allí donde antes no lo hacía. A eso se le llama aprovechar las oportunidades. Aunque las brinde Putin, buenas son.
Lo mismo ocurrió cuando hace unos años se dispararon los conflictos bélicos en destinos turísticos competidores del norte de África. Tuvimos turismo prestado que algunos supieron aprovechar.
Eso sí, no basta con que los hoteleros se muevan. Se requiere que le siga una mínima oferta complementaria para estar activos en invierno. Algunos querrán disfrutar de su descanso invernal tras una buena temporada turística. Otros se arremangarán y no dejarán pasar la oportunidad. Todo es cuestión de actitudes. El próximo invierno, unos se comportarán como cigarras y otros como hormigas. Tras un invierno turístico de dos años y ante un panorama incierto para el próximo invierno, tenemos una oportunidad de oro. Este invierno toca ser hormiga.
Pero también falta colaboración pública. Si los alemanes vienen con 500 euros de más y van a pasar el invierno con nosotros, los gobiernos autonómicos, Ayuntamientos y gobierno central deben facilitar que el engranaje funcione. No hagamos venir a turistas para tenerlos congelados en los locales comerciales o apagarles los escaparates poco después de ponerse el sol. Entonces los que verán alargada la temporada serán los cacos.
La paradoja se da en que la energía puede suponer una oportunidad y puede ser la razón de que se nos desmonte el chiringuito.
La imposibilidad de consumir energía en su país sirve de excusa para atraer alemanes, mientras que, al mismo tiempo, les podemos desincentivar a gastar con medidas para que limiten su consumo aquí.
Teniendo en cuenta los anni horribiles que ha vivido el sector turístico desde la pandemia y el dantesco escenario que algunos economistas pintan tras el verano, este invierno toca dar gracias por la oportunidad que se presenta y aprovecharla.
Mallorca y el resto de destinos turísticos pueden ser un oasis en medio del desierto. Y ya sabemos que si el turismo funciona, el resto de nuestra economía funciona porque, por mucho que en pandemia vimos la debilidad de depender de una única fuente de ingresos, el hecho es que no hemos hecho nada por diversificar. Este invierno toca ser hormiga.