Europa se prepara para un invierno muy complicado desde el punto de vista energético y para ello aprobará en unos días un plan de cotingencia que, entre otras cosas, prevé limitar los termostatos de los edificios públicos, oficinas y centros comerciales cuyo aire acondicionado no deberá fijarse por debajo de los 24 grados ni la calefaccion por encima de los 19. El plan -orquestado por el ejecutivo europeo según las indicaciones de la Agencia Internacional de la Energía y las previsiones de los propios estados- se aprobará previsiblemente este miércoles e incluirá incentivos para la industria y para la promoción de un mayor uso de las energías nuclear y de fuentes renovables.
Hay un temor fundado de que el frío llegue acompañado de un corte del gas procedente de Rusia por lo que las instituciones comunitarias instan a ahorrar combustible -ya desde este mismo mes- y así incrementar las reservas de gas para pasar mejor el invierno.
La emergencia energética que afronta Europa no incluye, de momento, medidas de obligada aplicación en los hogares, aunque sí se lanzan recomendaciones desde el ejecutivo comunitario para que también los particulares contribuyan al ahorro de energía aunque, por ahora, sea de forma voluntaria.
En España, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, avisó este jueves de que España "debe prepararse" para un posible escenario de escasez de gas en la UE durante los próximos meses, aunque actualmente el país "no afronta problemas de seguridad de suministro". Es la misma ministra que hace un mes descartaba de forma tajante cualquier problema de abastecimiento o situación de racionamiento energético. Por ello, todos los escenarios son posibles, máxime cuando el desarrollo de la crisis provocada por la guerra de Ucrania sigue planteando muchos interrogantes.
Con este panorama, ahorrar energía con las medidas planteadas por el ejecutivo de Ursula von der Leyen parece razonable, como lo son las recomendaciones del mismo ejecutivo para incentivar un desarrollo más rápido de las energías renovables y un mayor apoyo en el empleo de las centrales nucleares, ambas calificadas recientemente como energías verdes por la propia comisión europea.
Todo suma en un momento de gran incertidumbre cuyo desenlace puede llevar a una desconexión definitiva de Europa del gas ruso. Una realidad más que posible en cuyo camino no serán inevitables algunos sacrificios.