BTC podría ser el Milli Vanilli de la lista de grandes éxitos en la comunidad cripto. Al igual que el dúo musical, BTC es un producto de masas y, si se demuestra lo que pretende la demanda presentada estos días, estaría basado en la suplantación y la ambición de algunos por ganar mucho dinero.

BTC se salió de aquello para lo que se concibió bitcoin: ser dinero digital. Se propugna como oro digital y no pretende ser gastado, como el dinero, sino que su máxima es ser “hodleado” (guardado) sin voluntad de ser una alternativa al sistema monetario actual.

Craig Wright, autoproclamado creador de Bitcoin, ha demandado a Coinbase, único exchange que cotiza en Bolsa, por vender un producto presumiblemente falso y engañar a sus clientes, dándoles gato por liebre. Es decir, por ofrecer BTC como si fuera Bitcoin. Y estaban avisados. Craig se reunió con ellos en el pasado pero, ni caso. También les ofreció negociar hace unos meses y nada. A Craig le ningunean y menosprecian continuamente. No le toman en serio a pesar de ser, presumiblemente, el creador de todo este ecosistema que les ha permitido ser empresas muy rentables y a sus fundadores, multimillonarios. Suele pasar con los genios.

Este juicio promete mover los cimientos del mundo cripto pero pocos hablan de él. Si Craig Wright demostrara que usurparon su invención al aprovecharse, sin permiso, de su base de datos; lo que muchos piensan que es Bitcoin aparecería como un fraude y debería cambiar de nombre. Su cotización se iría al garete.

A pesar de ganar un Grammy en 1990 Milli Vanilli cometió fraude y tuvo que devolver el galardón. De héroes a villanos. Tras esos bailarines producto del Marketing había una suplantación de voces. El famoso dúo se aprovechaba de unas voces más privilegiadas que las suyas, de cantantes que permanecían en la sombra. Y la música es, sobre todo, canto. No puedes engañar en lo que es el core de tu negocio.

Realmente quien se benefició económicamente fue el productor. Una vez descubierto el fraude, el grupo desapareció. Sin embargo, el productor quiso seguir exprimiendo la naranja y creó The real Milli Vanilli con los cantantes verdaderos, esta vez, en primera línea. Pero no eran tan guapos ni bailaban tan bien. El cambio de nombre fue un fracaso.

Un juez dio la razón a quienes presentaron múltiples demandas por haberse sentido estafados y obligó los defraudadores a devolver el dinero a quienes compraron CDs y casettes, pensando que compraban una cosa y luego era otra.

Un juez dirimirá en un futuro próximo si eso mismo pasa con Bitcoin. Si los desarrolladores de BTC cambiaron el protocolo y se aprovecharon de su base de datos y de su nombre, haciéndose pasar por Bitcoin cuando, según el documento que lo define, están muy lejos. Para ello, tuvieron que acceder directamente a los nodos de Craig y copiar sus bases de datos porque nunca se subió a una plataforma de software libre. Por eso, en este juicio también se descubrirá si Craig es Satoshi, si no se ha evidenciado antes.

Este juicio va de la suplantación, tanto en una parte como en la otra.

Si Craig pierde, implicaría que la suplantación la habría llevado a cabo él, haciéndose pasar por Satoshi Nakamoto y supondría haber cometido perjurio en varios casos judiciales. La pena le haría pasar por prisión.

De demostrarse que Craig tiene razón, Coinbase y otros exchanges demandados podrían quebrar por enfrentarse a sanciones multimillonarias y la cotización de BTC hundirse.

Que BTC no es Bitcoin es evidente. No pasa ni el título del whitepaper. Y que fue manipulado a antojo de algunos, contraviniendo lo que dejó su creador, también. Parece ser que el creador quiere reclamar su legado.

¿De verdad alguien se enfrentaría a gigantes en juicios multimillonarios con una mentira fácilmente desmontable como principal argumento? Si Craig no fuera Satoshi sería machacado a las primeras de cambio y, cual Milli Vanilli, enviado al ostracismo.