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Dos de cada cinco

martes 26 de abril de 2022, 05:00h

Europa, la vieja Europa, ya sufrió una gran transformación tras la primera gran guerra. Desaparecieron imperios y aparecieron naciones, mejor dicho, estados, pues como ustedes bien saben, estado y nación no son sinónimos. De esa mala negociación de paz surgió la tan denostada, entre otras, República de Weimar, que, con la victoria de los nazis encabezados por Hitler, desapareció como estado integrándose a la sazón en Alemania.

La aparición del nazismo y su espíritu imperialista, quizás como revancha, o quizás como principio ideológico, provocó la Segunda Guerra Mundial, entre otras causas, obviamente, y, a su finalización, nada quedó de la Vieja Europa y apareció la Europa actual de la mano de grandes líderes a los que los actuales no se les parecen ni por asomo. Adenauer, De Gaulle, Churchill, podría seguir...

Digo todo eso porque han transcurrido pocos años, no llega a ochenta, y empezamos a caer en los mismos errores. Podemos, y debemos, celebrar la victoria del Presidente Macron, pero con gaseosa, no con champagne. Macron ganó claramente de 3 a 2. De cada 5 franceses 3 votaron a Macron y 2 a Le Pen.

La realidad es que, desde las últimas elecciones a la presidencia de Francia, Le Pen ha subido 10 puntos porcentuales y Macron ha descendido prácticamente en el mismo porcentaje, y eso es lo grave. La extrema derecha de verdad (nada comparable a la local), la que habla de racismo, la que recuerda el nacionalsocialismo, sube a razón de dos puntos porcentuales por año, y el resto de demócratas liderados por Macron los baja. Los números son muy tozudos, pero muy claros.

Francia siempre me ha parecido un país digno de admiración y, desde luego, de gente trabajadora y reflexiva, lo cual me lleva a no entender esa subida tan importante de la extrema derecha. ¿Qué estamos haciendo mal en Europa para que el fascismo vuelva?

No es posible que tengamos una memoria tan corta, memoria que, además, se nos refresca a diario en la pobre Ucrania, a base de fosas comunes, asesinatos con tiro en la nuca incluidos por parte de la Rusia Imperial, ciudades arrasadas, ciudadanos y poblaciones desplazadas de sus orígenes. El mismo patrón de conducta de Stalin y de Hitler. Putin ni siquiera en eso es original; cumple lo mismo que pasó hace casi 80 años, y su objetivo es muy parecido, de ahí que los países que han conocido la miel y la dulzura de la democracia en forma de libertad y democracia, como las Repúblicas Bálticas, Hungría, Polonia, Rumanía y Bulgaria, teman al padrecito Putin. Ellos sí recuerdan lo que es el comunismo que les aplicaron a sangre y fuego a sus padres y abuelos. A la Europa Occidental parece que se nos ha olvidado.

En Francia se han tenido que juntar todos para derrotar a Le Pen, para sacarle 17 puntos porcentuales. Todos contra Le Pen y, si seguimos así, dentro de 5 años esos todos no bastarán y la Francia de la V república, la que canta la Marsellesa cuando se ve atacada en el Estadio de Sant Denis, aquella en la que sus alcaldes lucen con orgullo una banda con la bandera de la República, esa Francia, será presidida por Marie Le Pen. A partir de ahí, no pensemos que la historia se repite, pues en 1933 Hitler ganó las elecciones y lo que vino después lo saben de sobra.

Asimismo, los partidos tradicionales (Hollande fue Presidente desde 2012 a 2017, hace 5 años solo) se han convertido en residuales. Muy poco ha contribuido el partido socialista francés a detener el fascismo, pues ha quedado por debajo del 3 por ciento de los votos. En 5 años, del Palacio del Eliseo a la catastrofe electoral.

Pero claro, aquí nos venimos arriba y celebramos con champagne el éxito de Macron cuando debería ser con gaseosa, como les comentaba. Así, el padre de la patria que nos representa en el Senado, don Cosme, ya saben que la ignorancia es osada, atribuye al socialismo haber detenido al fascismo. Intento no faltar al respeto a nadie, pero cuando un señor como el antedicho Senador Bonet, que no ha trabajado en nada que no sea la teta pública, hace ese tipo de afirmaciones, lo primero que me pide el cuerpo es partirme de risa, pero al instante siguiente veo por quién estamos representados. O miente, o no sabe leer. No hay otra. Sí, una tercera: que las Baleares en el Senado no están dignamente representadas.

Lo del domingo en Francia es un serio aviso a la Europa que conocemos. El electorado francés nos ha dado una oportunidad, pero también un aviso claro del camino hacia el que nos dirigimos. No lo tomemos a broma. Europa, nuestra Europa, debe reflexionar, y los que no somos fascistas debemos dar argumentos a quienes lo son de que la democracia es el mejor sistema político de convivencia.

Debemos hacer una autocrítica seria para evitar que la historia se repita (recuerden el poema de Niemöller), y esa reflexión la debemos hacer la sociedad civil liderados por nuestros políticos (no con todos, espero), políticos con amplios conocimientos y a quienes podamos tomar en serio y respetarlos, como debería ser. Si no es así, fracasaremos, y de esta no nos salva ni el Capitán Louis Renoir, ni Rick Blaine, ni ambos juntos.

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