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Sánchez y Nadal

miércoles 02 de febrero de 2022, 10:17h

Aunque resulte difícil creerlo, Pedro Sánchez y Rafel Nadal tienen en común mucho más de lo que a priori pudiera pensarse.

El manacorí es capaz de renacer de las cenizas ante un portento de 25 años como Daniil Medvedev cuando éste lo tiene absolutamente contra las cuerdas y, poco a poco, comenzar a minar la confianza del adversario para acabar derrotándolo ante su propia incredulidad.

Lo genial de Nadal es que da igual quién tenga enfrente, si él consigue desplegar su estrategia resiliente, resulta invencible.

Sánchez es, en cierto modo, el Nadal de nuestra política. Caiga bien o caiga mal, al madrileño hay que reconocerle una descomunal capacidad de supervivencia, incluso después de que su propio partido lo enviase en su día a galeras y aunque hoy en el concierto internacional pinte menos que nada. Pero ahí está. Mientras el centroderecha se desangra en absurdas luchas intestinas por ver quién la tiene más larga, él saca adelante su proyecto, que tiene la ventaja poder ir adaptando a su único fin, sobrevivir a todos y a todo.

Mañana tendrá lugar la sesión parlamentaria en el Congreso para ratificar -o no- el Real Decreto-Ley de la mini reforma laboral acordada con los agentes sociales para maquillar su reconocimiento tácito de las bondades de la que acometió el PP en 2012.

No me cabe duda alguna de que el refrendo está asegurado, porque por más vestiduras que se rasgue la vice Yolanda Díaz -y, últimamente, sus vestiduras son caras- a Sánchez le importa una higa con qué apoyos salga adelante esta reformita de la Srta. Pepis.

Veremos, pues, apoyos entusiastas de pequeñas formaciones del centroderecha y hasta de Ciudadanos.

Mientras, Pedro Sánchez habrá conseguido una doble carambola -una más- en su ya dilatada carrera de funambulista público: El Congreso aprobará su reforma laboral -que él venderá como una revolución social- y, de paso, se zumbará las pretensiones monclovitas de la comunista Díaz, a la que dejará en ridículo por no haber conseguido ni un solo apoyo de la izquierda ‘de Estado’, como llaman los podemitas a Bildu i ERC, para su proyecto estrella.

A Sánchez le gusta ganar, especialmente en el descuento y contra todo pronóstico. Igualito que Nadal.

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