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Por un 2022 sin sentimentalismo político

Por Agustín Buades
domingo 02 de enero de 2022, 07:00h

Estamos en una cultura en lo que predomina es lo emocional y que se ha acentuado últimamente en la política. Uno de los ejemplos más destacados es que las relaciones políticas ya no se estructuran en torno a la convicción racional, sino a la adhesión emocional

Algunos se están aprovechando de los sentimientos de indignación de muchos ciudadanos ante la corrupción, el paro o la crisis, aún importando poco si sus propuestas son realistas o no.

La gente vota a los candidatos que suscitan los sentimientos correctos, no al candidato que presenta los mejores argumentos, lo que a su vez alimenta una política de hechos donde lo importante es tocar el corazón.

Vivimos una sentimentalización de la política en la cual todo posible rasgo razonable está condenado a morir.

Lo que preocupaba de las propuestas sentimentalistas es el progresivo proceso de vaciamiento del Estado de Derecho y su sustitución por un nuevo Estado sentimental, donde las emociones pueden tener más peso que la seguridad jurídica, el equilibrio de poderes, las instituciones y las leyes.

Este vaciamiento del Estado de Derecho tiene múltiples manifestaciones en el espacio público. Una de ellas es el populismo penal, que lleva a endurecer los castigos para ciertos delitos atendiendo exclusivamente a la indignación popular.

Otra manifestación es el empobrecimiento del debate público con eslóganes y clichés. Un problema que se agrava cuando los medios de comunicación detectan que el refuerzo de las convicciones se vende mucho mejor que la información . El hecho de que un determinado sentir sea mayoritario entre la ciudadanía induce a la necesidad de que los que gobiernan den una respuesta que solucione la cuestión o, como mínimo, la alivie.

Y así llegamos a la intolerancia emocional cuando la verdad se personaliza de tal manera que es mi verdad y todo ataque a ella es un ataque personal.

De esta forma, las sociedades amplían su ámbito de influencia, que ahora abarcan desde los pensamientos y las ideas hasta lo emocionalmente correcto.

Estamos pasando de lo políticamente correcto a lo emocionalmente correcto que acaba en intolerancia emocional. Y esto es muy peligroso porque las emociones van y vienen dependiendo del estado del ánimo y las circunstancias del momento , y la política no puede adaptarse nunca a las emociones pasajeras de las personas sino al bien común y general de la sociedad.

Feliz año nuevo a todos mis lectores

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