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Unos gobiernos apagados

Por Pilar Carbonell
domingo 28 de noviembre de 2021, 05:00h

Cada año cuando llegan estas fechas surge el mismo debate, luces de Navidad sí o luces no.

El argumento fácil es que se debería gastar el dinero en cosas más urgentes y a la vez más importantes, que tenemos muchas familias necesitadas a las que no les vendría nada mal una ayudara extra y sobre todo estas fechas. Si en el caso que no sé instalaran las decoraciones eso ocurriera yo también estaría a favor, pero resulta que eso ni pasa ni pasará. Las partidas presupuestarias de cada departamento se destinan temas muy concretos de su competencia y renunciar a ello puede significar quedarse sin presupuesto al año siguiente es decir sin trabajo y pocos están dispuestos.

Estoy a favor de la ilusión, de crear un entorno que beneficie el bienestar de las personas ya sea mejorando su entorno o creando espacios que ayuden a que así sea. También a que se contribuya a que vivamos más felicites, aunque sea en momentos puntuales como ahora.

Recordemos que estas fiestas son especialmente bonitas para los más pequeños de la casa que no entienden ni de presupuestos ni de guerras entre las eléctricas.

En mi opinión la sonrisa de un niño vale la pena el esfuerzo para que todos ellos tengan una infancia lo más bonita posible. El espacio público es de todos y por tanto contribuimos a que aquellos que no tendrán regalos bajo el árbol el día 6 puedan disfrutar de días de magia y creatividad emocional en nuestras calles. Aunque dicho sea de paso no estaría mal reinventarse. A estas alturas sería ya conveniente tirar de innovación e intentar hacer propuestas nuevas. Hace ya años que digo que en las ciudades y en especial los locales generamos toneladas de material que se podría reciclar. Con el buen hacer de diseñadores, asociaciones de mayores, colegios, personas con necesidades especiales y todo voluntario que se preste podríamos procesar estos materiales y desarrollar unas puestas en escena distintas, alternativas a las ya defenestradas luces de navidad y sino que lo hagan las administraciones que tiempo y dinero tienen. El Corte Inglés lleva 20 años colgando las mismas luces intercambiándolas de ciudad, va siendo hora de un cambio.

A mi que Ada Colau ponga un belén en su casa donde el buey tenga forma de jirafa o la virgen María vaya en bikini me trae sin cuidado pero que con dinero público haya que jugar al escondite para ver el pesebre me parece una tomadura de pelo pagada por usted y por una servidora lo cual ya no me hace gracia ninguna.

Estoy convencida que entre nosotros hay personas con ideas maravillosas que nos aportarían dinamismo a las calles, otra manera de interpretar las decoraciones y quien sabe si también traerían ahorro para las arcas públicas, es decir para todos. Necesitamos un cambio.

Reconozco que aunque mi hijo sea ya mayor, esas sonrisas desmesuradas, esos ojos que parece que se ensanchan y esos saltos como si tuvieran muelles en los pies, me merecen un esfuerzo y más aun sabiendo todo lo que a mi entender malgastan los gobiernos por otro lado.

Pero juzguen ustedes mismos que esto es tan solo mi humilde opinión.

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