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Cínicos e hipócritas (2)

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 12 de noviembre de 2021, 05:00h

El Papa Francisco nos propone cosas tan básicas y tradicionales como que intentemos llevar a la práctica las “obras de misericordia” (así lo dice en el nº 15 de la Bula 'Misericordiae Vultus. El rostro de la misericordia'). Las obras de misericordia son siete, entre las que destado cinco: enseñar al que no sabe; dar buen consejo al que lo necesita; corregir al que se equivoca; perdonar al que nos ofende; sufrir con paciencia los defectos del prójimo. En una palabra, desasnar al ignorante con ínfulas de sabelotodo.

La Misericordia nace de Dios, “el compasivo y misericordioso”, como consta en la Sura 1, Aleya 1 de El Corán, y el Salmo 103, 8 de la Biblia. La Misericordia no es cosa de los débiles, como diría Friedrich Wilhelm Nietzsche, sino de los que son tan fuertes espiritualmente que no necesitan recurrir a la violencia ni a los poderes.

Como dice Carolina Sanín, escritora, columnista, actriz y docente colombiana con ciudadanía española, "los que repiten la fórmula 'destila odio', ¿saben, al menos, qué significa 'destilar'? Es increíble que a tantos no les dé ni curiosidad lo que les sale de la boca. Al menos, interésense, como se interesan en mirar el inodoro y ver lo que les sale del culo".

La crítica destructiva o negativa es una respuesta inútil y estéril. La crítica destructiva no se centra en el contenido, sino que se utiliza como pretexto para dirigirse a la persona, a su identidad, a sus cualidades, para valorarlas y descalificarlas sin aportar nada útil o inteligente en cuanto al contenido. Su objetivo es establecer un juicio de valor de la persona receptora, e infringir un agravio, un menoscabo, una ofensa, escudándose cobardemente, muchas veces, en el anonimato que da internet.

En general, este estilo de pobre conducta es consecuencia de la búsqueda de aprobación y atención (las personas que se sienten poco importantes o tienen baja autoestima utilizan la crítica negativa personal para minusvalorar a los demás y así parecer más interesantes o llamar la atención para ser del agrado de ese grupo al que quieren pertenecer; en el presente caso, está más claro que el agua, son peporros, peporros); también de sentimientos de envidia o celos y de su propia incapacidad para argumentar en contra del contenido.

Aunque la mayor forma de ofender a alguien es mostrarle indiferencia: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Porque a ninguno nos gusta sentirnos ignorados o invisibles, ni sentir la indiferencia de los demás, incluso aunque no los conozcamos.

No es menos cierto que, como dice el refrán, “el que calla otorga”, dicho popular que da a entender que quien no presenta ninguna objeción sobre lo dicho o expresado por otra persona, sino que, por el contrario, guarda silencio, entonces se está concediendo la razón al otro.

Y porque no es el caso, es por lo que dedico esta exposición a los dos únicos individuos que han criticado la primera parte de este articulo de los más de 200 personas que lo han visto, de las 174 que han puesto 'likes' y las 52 que lo han compartido en facebook, donde desde siempre publico mis artículos, una vez publicados en el digital.

Ni una sola palabra sobre el contenido, que es del todo veraz y del que queda claramente demostrado que los que insultan a Pedro Sánchez y a los que lo denunciamos, desde el PP, son unos cínicos y unos hipócritas; vamos, unos sinvergüenzas de tomo y lomo.¿Capisci?

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