En el Nuevo Testamento varias veces podemos encontrar aquello que dice que 'haced lo que ellos dicen, no hagáis lo que ellos hagan'. Los Evangelios habla de los fariseos hasta el punto de que el diccionario de la RAE, además de un grupo religioso, lo ha adoptado como sinónimo de hipocresía.
El señor Carmona, que es más conocido como voceras en un programa de televisión que por su labor parlamentaria o académica, personalmente me parece uno más de la manada, un mediocre que en un país serio no llegaría donde ha llegado; ha hecho lo que han hecho o harían muchos si se encontrasen en esa tesitura: les ponen delante un dinero que no ganarían en la vida trabajando y se lo ofrecen a cambio de que cada vez que su señorito diga algo debe estar de acuerdo con él. Eso lo entendería incluso el señor Dalmau, que es flojo de entendederas.
Por las redes sociales circula un tuit en el que sale el infausto Carmona exaltando a las masas y les dice cómo es posible que un cazatalentos con tan poca pericia cobre casi 400.000 euros de una empresa privada. Ya no son puertas giratorias… Anda que lo suyo se llama enchufe, no meritocracia.
Pues bien, el señor Carmona ha vendido su dignidad por un plato de lentejas. Seguramente no es ilegal lo que ha hecho; probablemente la Ley de Incompatibilidades lo tolera, pero, según mi moral y mi código de conducta personal, el antedicho señor es un inmoral y un sinvergüenza. Ha hecho lo que tantos, venderse por dinero.
Irá mejor el país sin Carmona en juego. Seguramente sí, pues una catástrofe humana no intervendrá en nada que no sea decir amén a su señorito, aquel que le ha nombrado por motivos inconfesables. Y total, el señorito en cuestión ya habrá decidido prescindiendo de la opinión de Carmona, pues no le interesa lo más mínimo.
No puedo evitar creer que el premier Sánchez no ha pensado en España cuando se ha rodeado de determinadas gentes. Pienso que se ha dedicado a trabajar para Santiago Segura y le ha estado haciendo un casting para la nueva edición de Torrente y sus cameos. ¿Cuántos de ellos encajarían en una nueva película de esa serie? Ábalos en papel estelar, Carmona de millonario, y, cómo no, nuestro Alcalde Hila, de Almirante, que no puede faltar en el reparto, aunque con un alzacuellos tendría pinta de curita.
A veces, nosotros, la sociedad civil, somos guiados con un palo y una zanahoria a donde nos quieren llevar. Me explico. A Carmona, que es un personaje de segunda fila, un peón en el mundo de la política, le nombran vicepresidente de una filial de una eléctrica y se arma el Belén. En cambio, el vicepresidente del Gobierno de la nación, Pablo Iglesias, se va igualmente a la privada, no sabemos el nombre de la sociedad ni las condiciones económicas, y no pasa nada. Nos falta espíritu crítico y dejar de tragar lo que nos echen.
Lo que ha hecho Carmona pasará siempre, pues la relación entre gobiernos y grandes empresas es tan íntima que no sabemos quién ostenta el poder. Lo habitual es que no sepamos quiénes son los que mandan en el mundo, mandar de verdad. Decidir una guerra, controlar los flujos migratorios, la distribución de medicamentos y, a la vez, de epidemias. ¿Acaso alguien cree que la crisis del combustible en el Reino Unido es casual?. No crean que quien manda en el mundo es Joe Biden. El solo es el POTUS.
El mundo de escribir artículos es apasionante, pues a veces no sabes cómo empezarlos o cómo terminarlos o titularlos, y enredas y enredas intentando hallar un final, pero hoy lo primero que he tenido claro es cómo terminaría.
Esta columna pecadora no sé si es leída, interpretada o simplemente despreciada por nuestros gobernantes, pero les recuerdo que la semana pasada terminaba diciendo: "Da igual cuando lea esto, Dalmau dimisión". Pues bien, el barro se mueve bajo sus pies. O va a tragar muchos sapos públicamente, o va a tener que dimitir. Suenan tambores de guerra y más de uno le quiere arrancar la cabellera estupenda que tiene.
Si (
No(
