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Treintaynueve

martes 21 de septiembre de 2021, 06:00h

Hay días que uno se levanta con mal cuerpo, quizás por la inminente llegada del otoño, o por cuestiones que tampoco vienen al caso contar y que forman parte de la esfera de lo privado. Nada tiene que ver con el síndrome del folio en blanco pues tengo varias cuestiones que me permitirían publicar tres artículos el mismo día. Es simplemente una forma de cabreo con el mundo y conmigo mismo.

Dicho esto les diré que en la España del babi-boom vivió un tipo, Manuel Delgado Villegas, que parece ser el mayor asesino en serie de la historia de este país, si bien ese liderazgo no está claro pues se le atribuyen entre 7 y 48 crímenes; a nadie, que yo sepa, se le ha ocurrido darle un homenaje por ese record de asesinatos con unas croquetas y un vino español, lo cual me parece lógico. En la dictadura se daban premios a la natalidad y no a los criminales.

Ahora, que somos una sociedad democrática, más culta y cuarenta años más evolucionada resulta que se quería rendir un homenaje a un ciudadano apellidado Parot. Su mérito no es otro que haber asesinado directamente treinta y nueve personas y haber dejado más de doscientos heridos o lisiados, por no hablar de los afectados psicológicos de sus hazañas.

Este señor, que en nada saldrá de la cárcel, es considerado un gudari por sus conciudadanos y conmilitones. Su militancia política, con carné o sin, es en un partido que apoya al Gobierno de la Nación. Nuestro Gobierno está apoyado por Bildu que es la última marca comercial de ETA y fomenta la independencia del País Vascos y considera a gente como el tal Parot héroes de su causa.

Siempre he pensado que una persona que mata a otra, sea en el ámbito que sea y sea cual sea el método utilizado, es una persona enferma mental. No concibo que alguien sea tan malo como para matar a otro. Los Psiquiatras con los que lo he conversado me han dicho por activa y por pasiva que eso no es así. Que la maldad existe y que incluso hay gente que goza haciendo el mal, matando.

El señor Parot, mató indiscriminadamente a todo tipo de personas, mayores y niños, hombres y mujeres, en su gran orgía de sangre de cuanto peor, mejor. Ese señor iba a ser homenajeado por unas miles de personas que tampoco entiendo en que piensan. ¿Cómo se puede jalear a alguien que su hazaña es haber matado con crueldad a 39 personas y haber lisiado a otros cientos?

Que le pasa a esta sociedad nuestra que un día vamos a Misa y a Comulgar y al siguiente a aclamar al asesino de turno. ¿Qué hemos hecho mal? No acepto que me hablen del problema vasco y que hay que pasar página, primero la Ley y después el perdón. Parot es un asesino y le aclaman por eso, como lo fue Delgado hace cincuenta años, pero sin homenajes, homenajes los que le debieron dar la policía de la dictadura en los sótanos de una sórdida comisaria, fino debió quedar el tal Delgado antes de la visita de su Abogado. Una persona que mata a otra es un homicida, asesino si existen agravantes. Parot y Delgado son la misma cara de la moneda.

Más pronto que tarde Parot, en nombre de una doctrina penitenciaria a la que se ha puesto su apellido, saldrá a la calle, pese a que le cayeron 4800 años de prisión, y se sentará a nuestro lado en el avión, en el metro o en un banco en el parque mirando las palomas volar (como los cuerpos de la casa cuartel de Zaragoza) y no podremos ni increparle ni partirle la cara porque sus derechos democráticos que la Constitución del 78 le amparan; se nos dirá que ha cumplido con la sociedad pero no es verdad, no se ha arrepentido de ser un asesino y tampoco ha pagado la responsabilidad civil.

San Lucas y San Mateo en sus evangelios nos explican que cuando se nos golpee debemos poner la otra mejilla; siempre somos los mismos quienes ponemos la misma mejilla y eso empieza a doler. En base a lo que con gran cinismo llaman problema vasco han amedrentado a una sociedad que merecía ser libre para obtener de momento unas ventajas fiscales, no han matado por Euskalerria sino por un puñado de dinero, esa es la triste realidad que aún hoy venimos sufriendo. La gran verdad de todo este entuerto es que todo, victimas, crímenes todo ha sido por dinero. Que no nos vendan el romanticismo de una nueva patria. Ni lo intenten.

Honor y respeto a las víctimas de ETA y desprecio absoluto a aquellos que de un modo u otro sacan partido o beneficio, como es el apoyo parlamentario. Que rápido han olvidado a los socialistas asesinados.

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