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Es la libertad, estúpidos

Por Francisco Gilet
miércoles 12 de mayo de 2021, 07:00h

Calificativo utilizado por un correligionario, por ahora, de los destinatarios del epíteto. Unos personajes políticos que, a pesar de haber tenido siete meses para impedir las lagunas legales que han brotado con el levantamiento del estado de alarma, han traspasado responsabilidades a las Autonomías y a los jueces. Y además con prisas. No es extraño que el T.S. ponga en evidencia a todo un gobierno que legisla tarde y mal. Aunque, no resulta extraño que a un ejecutivo que tapa incompetencia con propaganda, le importe un bledo que los derechos y libertades fundamentales sean despreciados, con una regulación con insuficiencia y carencia legislativa.

Es una demostración más de la negligencia y desidia con la cual se ha enfrentado a la pandemia. Para Sánchez lo único que le interesaba es poder gritar que “hemos vencido al virus” y “entramos en una nueva normalidad”.

Y, sorprendentemente para la progresía social comunista, para el hombre que dirige al país desde las emociones, para el profesor sin aula, para la trepa iletrada, ni los insultos, ni los maltratos institucionales, ni los gestores del bullyng político, ni los descalificadores personales, poniendo en duda hasta su nivel intelectual, han logrado que la “ida”, la “psicópata” caiga derrotada.

Ni la Yolanda Diaz, gestora de 5 millones de parados, y voceadora de “impuestos e impuestas”. Ni la Irene Montero, con su “niño, niña y niñe” o “hijo, hija, hije”. Ni la supuesta experta Calviño con su “empresas y empresos”, han logrado el vuelco en el pensamientos, en las emociones de un millón y medio de votantes, de todos los estratos sociales. Y la causa de tal derrumbe, con un C,s del cual no va a quedar no el color, es evidente: por una vez el liberalismo conservador se ha adelantado sacando a la luz un discurso distinto, nuevo, que sí acude al campo de las emociones del ciudadano. Un discurso que se circunscribe a una sola palabra; libertad. Esa palabra concentra la batería conservadora para dar la batalla ideológica y cultural a la vacuidad del social comunismo. Este ha seguido echando mano del término democracia, cuando lo que nos ofrecía y ofrece es comunismo. La democracia orgánica, la democracia popular, ha sido sepultada por un concepto que pulsa el ánimo de los ciudadanos provocando una emoción que le lleva a meditar su voto, hasta el punto de hacer realidad la frase de Churchill, “Cambio de partido por no cambiar de ideas”.

Al discurso faltón de una Lastra, de una Diaz, de un Bardem, la corriente liberal conservadora responde con un anteproyecto de la ley Maestra de la Libertad de Elección Educativa de Madrid. A las cañas y berberechos de la Calvo se le responde con abrir restaurantes. A las calificaciones de franquista de Ríos, se le responde anunciando la reducción de impuestos. La progresía comunista, pudiente y acomodada, huidiza de la cultura del esfuerzo y la formación, ya solo puede echar mano del parloteo rancio, cansino, vetusto, irreal, dando por supuesto que los votantes del liberal conservadurismo no son sino “tabernarios” amantes del bivalvo. Ese es ahora su discurso, han perdido la iniciativa, se les han adelantado incitando emociones, esas emociones que se pretendían excitar con un IDA o un “pija” desnortada.

Pues, esa IDA les ha destrozado su palabrería repleta de demagogia y la ha sepultado con un dilema, o comunismo o libertad. La exasperación que ha provocado al comunismo y adherencias radicales tal derrota se expresa echando mano del procedimiento instituido por Lenin; la purga.

Sánchez no se aflige, Sánchez limpia su territorio de adversarios. Ha caído Leguina, Gabilondo, Franco, y el horizonte anuncia a Susana, a Page, a Mendía, camino de crear un desierto de inteligencia y cordura, comandado por Lastra y Yolanda. Ivan ha abierto una gran zanja en la cual irá enterrando políticamente a todo aquel que se oponga a su única ambición, que su “señorito” siga durmiendo en la Moncloa. Así pues, nada de aflojar, hay que resistir hasta los anunciados “mejores tiempos”. Estos contemplan en 2021 nuevos impuestos a plásticos y residuos, además del pago de las tasas Google y Tobin. En 2022, subida de impuesto al diésel, a la matriculación, a la circulación y gases fluorados. En 2023, alza de Sociedades, Patrimonio y Sucesiones. Y para ir haciendo boca, revisión de los beneficios fiscales desde el segundo trimestre de 2021 al 2024. El Plan de Recuperación, vulgo hachazo Fiscal, hasta incluye una “errata”, la supresión de la deducción por tributación conjunta en el IRPF. Y, otra “errata” que, indeseadamente, se ha colado a la información pública; peaje a toda cuanta carretera recorra la piel de toro.

Todo ello es el nuevo discurso del social comunismo que se ofrece al ciudadano, clase media y baja, acompañado de un pincho de tortilla y del caos; jueces sin leyes, 17 gerentes batallando por vacunas y derechos y libertades fundamentales al abur de las fiscalías.

La respuesta a tanta incompetencia no puede ser sino la batalla ideológica y cultural, a ejemplo de Isabel Díaz Ayuso ― con su MAR y su AS ― de la cual ha surgido la victoria liberal conservadora. Hay que dejar atrás el engaño, la felonía, el estilo Rajoy y pisar la calle para empaparse de lo que desea la sociedad; ideales, valores, preparación, meritocracia y libertad, recordando que los hijos son de los padres, no del Estado.

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