Difícil es elegir por donde empezar esta afable obligación de rellenar el maldito folio en blanco. Hay tanto donde escoger que el problema se halla en tomar la decisión no de elegir, sino de despreciar la cuestión a tratar. Sin duda alguna, lo que es cierto es que nos están gobernando una pandilla de chapuceros, mediocres, preocupados solamente en seguir en la poltrona. Sea del color que sea, tanto da. Unos no llegan y otros se pasan. Ahí está la discípula del conocido como “gorila rojo”, expropiando viviendas que, oh maldición, no son de grandes tenedores sino de inversores que, oh maldición, la adquirieron con la intención de hacerlas habitables. Y ahora, oh maldición, qué hará la lumbrera que ideó y ejecutó ese proyecto político llamado “vivienda social”. Antes, mucho antes, se construían viviendas, llamadas de protección oficial, hoy, simplemente se expropia, es más fácil, da menos quebraderos de cabeza y no hay que esforzarse, vulgo trabajar, para dar vivienda a quién lo necesita. A fin de cuentas, oh maldición, el derecho a la propiedad es un pecado burgués que debe ser eliminado del sistema democrático. Aunque, con lentitud ciertamente, la justicia llega y decide que hay que indemnizar al propietario, aunque sea un concesionario, oh maldición, del túnel de Sóller.
Y este es el último salvavidas que nos queda, la justicia. Ahí está una presunta malversación de caudales públicos consistente en pagar con un sueldo de cargo una función de niñera. Osar peticionar una comisión de investigación parlamentaria, es un fracaso. Ese líder que duerme con su enemigo no puede consentir que tenga problema alguno en el Congreso, y le acuna, le acurruca, le cubre con cariño a fin de que la pareja no tenga que dar explicaciones parlamentarias de su conducta absolutamente improcedente. Conducta que recibiría toda clase de improperios, condenas y comisiones de investigación si se tratase de una mujer de esa “casta” que ha desaparecido del vocabulario del comunista vicepresidente. Aunque, podrá librarse del control parlamentario, pero de lo que parece que no se librará es del control de la justicia. Unas diligencias judiciales ya se anuncian.
Demasiados empiezan a ser los frentes que debe atender el comunismo y sin embargo siguen con su matraca antisistema, su antiespañolismo, su anticatolicismo. Al tiempo que, para mantener el salario tragan carros y carretas. El gobierno que criminaliza a las mujeres prohibiendo manifestaciones no le repugna a la ministra, sino que traga que el líder supremo le ocupe todo el espacio en celebraciones anheladas y ansiadas durante todo el año. Como tampoco le molesta que, dentro del propio gobierno, se ponga en duda la esencia de su feminismo, retrotrayendo la defensa feminista a tiempos antiguos, cuando realmente era verídica y real tal defensa. Ahora el antiguo feminismo lo han convertido en hembrismo, es decir, el ataque furibundo contra el varón, la maternidad, la libertad de conciencia, la biología y la personal libertad sexual.
Ahora de lo que se trata es proclamar la lucha de sexos, desprestigiar al varón, imponer derechos y establecer privilegios. Es el progresismo que permite penetrar en las conciencias de alumnos para inculcarles no su libertad, sino la imposición de una doctrina supuestamente perseguidora de la igualdad entre el hombre y la mujer. Madres, padres, profesores, educadores, no pueden tener la libertad de elegir el tipo de educación que deseen. Es la dictadura del progresismo y del nuevo orden mundial que se está extendiendo por todo el mundo, menos Hungría, Polonia y los Estados musulmanes. En estos no hay doctrina trans que valga.
Y mientras la ministra habla y habla de lo que no tiene ni idea, su amiga coral, tiene un sueldo anual de 113.000 euros, dedicando su tiempo a referirse a la “penetración inversa” y a hablar en nombre de las mujeres, sin mencionar a las más de dos millones trescientas mil en paro. A ella no le preocupa que el desempleo de larga duración sea uno de los mayores problemas de las mujeres mayores de 55 años. La directora de ese Instituto de las mujeres, le preocupa más la condena de Hasel y que su antigua compañera se pueda embolsar al año 83.000 euros. Este es el progresismo que interesa, todo lo demás es puro hembrismo que olvida a mujeres que, desde siempre y todos los días son capaces de conciliar trabajo, maternidad y familia, sin considerarse inferiores a nadie. Las hay que se sienten agraviadas por otorgársele por unas gobernantes cuotas laborales, cupos directivos, ascensos proporcionales. Hay millones de mujeres que prefieren alcanzar sus metas por sus personales esfuerzos, no por privilegios legales impuestos por mujeres que pretenden gobernar y hablar en nombre de todas, cuando, realmente, no han dado un palo al agua, sino que han trepado por medios menos laboriosos.
Sin embargo, todo ello es lo que le gusta al líder socialista que es capaz de dormir con su enemigo comunista.