OPINION

La Constitución y el lechero

Santiago Fiol | Martes 08 de diciembre de 2020

Como no podía ser de otra manera, se atribuye a Winston Churchill, el hombre que se preparó toda su vida para salvar a su patria, la frase de que la democracia es el sistema político en el cual, cuando alguien llama a la puerta de la calle a las seis de la mañana, se sabe que es el lechero.

Celebre es la canción de María del Mar Bonet 'Què volen aquesta gent?', en la que denuncia el secuestro con nocturnidad y posterior asesinato del activista antifranquista Rafael Guijarro.

Queda, pues, establecido que los Estados Democráticos no detienen a los ciudadanos sin motivo y con nocturnidad. A esa hora quien debe llamar a nuestra puerta es el lechero.

La inmensa mayoría de las democracias del mundo se han dado una Constitución; una norma de rango superior a cualquier otra del país en el que se establecen los derechos y obligaciones de los ciudadanos para con su país. Curiosamente, en el caso de la Corona Británica, pese a su tradición democrática, no dispone de Constitución escrita, como asimismo hay que dejar claro que el primer parlamento de la historia fue el del Reino de León, que en 1188 celebró las Cortes en san Isidoro.

Las Constituciones modernas, al objeto de perpetuar su vigencia en el tiempo, establecen en el propio texto un mecanismo de reforma. En este punto, procede citar como empieza la de los Estados Unidos: "Nosotros, el pueblo…". Para otorgar o reformar una constitución es precisa la intervención de 'nosotros, el pueblo', y así lo establece la constitución de 1978.

Estos días ha surgido un movimiento al que se atribuye unas ideas involucionistas, una añoranza del franquismo y una denuncia del riesgo que está sufriendo la democracia.

Frente a lo dicho anteriormente considero que los militares jubilados gozan de todos sus derechos constitucionales inalterables, y entre ellos el de libertad de expresión. Asimismo, Franco murió en la cama hace 45 años y ninguno de los militares en servicio actualmente ejerció su empleo en ese momento histórico. Todos los militares en activo hoy día han desarrollado su carrera en la democracia sin más tacha que las conocidas en 1981, y previas como la 'Operación Galaxia'. No dejemos llevarnos por la propaganda alarmista que emana del Gobierno de la Nación, pues en la España de 2020 no existe riesgo de golpe de estado por parte del ejército.

Otra cuestión es la poca rigurosidad, 'manca fineza', que dirían los italianos, por parte del Gobierno de la Nación. Intentan modificar la Constitución, siempre limitando los derechos y libertades de los ciudadanos, en base a una situación de alarma sin contar con nosotros, el pueblo.

Si el señor Sánchez considera que procede modificar la Constitución del 78, pues ha quedado obsoleta, que se adapte a los mecanismos que establece la propia Constitución, que pasan siempre por nuestra intervención. Modificar la Constitución desde el gobierno sin contar con la ciudadanía es propio de las dictaduras bananeras al modo venezolano.

No pongo en duda la legitimidad del Gobierno de la Nación; lo que pongo en duda es su forma de gobierno recortando derechos fundamentales sin las debidas garantías.

Para nuestra suerte, o para la suerte del Gobierno, estamos en la Unión Europea, y eso nos protegerá de los dictadorzuelos que integran el Gobierno. En Venezuela quien llama a la puerta de madrugada no es el lechero; aquí, no hace tanto, también era así. No lo olvidemos.


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