OPINION

Mainat

Jaume Santacana | Miércoles 28 de octubre de 2020

Conozco al artista y productor Josep María Mainat desde hace, aproximadamente, la friolera cifra de cincuenta años. Le conozco bien; muy bien.

Allá por el año del Señor 1970, asistí a la presentación del nuevo grupo musical bautizado como “La Trinca”. Actuaron de teloneros de un recital de Joan Manuel Serrat. Cantaron una sola canción. Durante los numerosos aplausos que cosecharon en esta primera salida al escenario de Barcelona, me trasladé a los camerinos para felicitarles por la idea de crear este grupo y aproveche para vaticinarles un éxito seguro, cosa que no me creaba ni la mas pequeña duda. Les caí bien, muy bien; me cayeron bien, muy bien; nos caímos bien, muy bien.

A partir de aquel momento, nuestras vidas se cruzaron y empezamos una relación laboral-amical que duró la tira de años: tantos como unos treinta y cinco, así por encima. Yo tenía basada mi profesión en el mundo de la cinematografía y más tarde en el de la televisión. No paramos de realizar proyectos comunes. Para empezar, creamos el primer video clip que se realizó en España: blanco y negro, formato de 16mm y dos temas en playback rodados en exteriores cercanos a su pueblo, Canet de Mar. Colaboramos en algunos de los espectáculos (comedias musicales) que se exhibieron en todas partes. Más tarde, fui nombrado Director de Programación de TV3, Televisió de Catalunya, y les llamé para ser los protagonistas del acto inaugural de los nuevos estudios y, unos días después, les contraté para presentar lo que sería el primer programa de televisión que harían en su vida: “No Passa Res” (“Tariro-Tariro” en TVE). Unos años más tarde, me contrataron ellos -sigo hablando de la Trinca- para trabajar como Director Artístico de su flamante compañía de producción televisiva, Gestmusic. Ahí, La Trinca ya solo eran dos, Mainat y Cruz. Estuve tres años con ellos, trabajando a tope. Durante los mercados de televisión internacionales, alquilábamos un apartamento y así convivimos semanas durante años. Por las noches, en Cannes, “actuábamos” por las noches en el Hotel Martínez (el más lujoso de la ciudad) tocando y cantando todo lo pachanguero que estaba en los repertorios de todos los tiempos. Yo tocaba el piano y ellos cantaban; un gran éxito y champán corriendo a mansalva.

Dicho lo dicho, repito, conozco muy bien, pero que muy bien, a Josep maría Mainat.

La verdad: no entiendo nada de lo que está pasando actualmente en la vida de este muchacho. El lío en que se encuentra metido es de órdago; se trata de un follón de dios y su madre. He preguntado a otras personas de su entorno -gente que le conocen perfectamente- y tampoco comprenden nada de nada sobre el culebrón mediático que está circulando por tele, radio y redes sociales. Un auténtico escándalo.

Mainat es una persona básicamente bonachona, carácter dulce y suave, trato personal impecable, generoso y atento, con una hipersensibilidad (sobre todo musical) extraordinaria, rayando la genialidad, inteligente y listo a morir, etc.

¿Cómo, de repente (o vaya usted a saber), se producen los actos y acciones sucedidas en su hogar más propias de un folletón surrealista que del calor de un hogar? Ni se sabe. Mainat se casó con una chica alemana (de origen ruso) y cambió su vida: se creyó eterno (como Eduard Punset), se cuidó hasta el extremo, tuvo hijos a sus, entonces, setenta años, gimnasia a tope y cuidado absoluto con su salud. Ahora parece que su matrimonio fue equivocado; un fracaso, vamos. Su mujer, todavía, tiene un amante, un prostituto (escort, parece que le llaman ahora) y ese amante tiene una novia rusa, economista y vidente. Hay un intento de asesinato por parte de su mujer hacia el músico. La casa se alquila por horas, es decir, se convierte en un clásico meublé. Dentro de la casa hay un cristo de no te menees: peleas, gritos, agresiones, gente que entra y sale, robos y todo lo que se le quiera añadir a la salsa. La cosa pinta muy mal. Mainat no hace declaraciones, mientras su mujer hace de Belén Esteban en Tele 5; la ruda vidente, también. Hay que aclarar que la productora Gestmusic (la de Mainat y Cruz) acabaron muy mal con Vasile (Consejero Delegado de Mediaset, o sea, Tele 5. Ahí se están devolviendo leches.

¿Qué le está pasando a Mainat? ¿Es una locura imprevisible? ¿Estaba ciego y no se daba cuenta de lo que se cocía en su hogar? ¿Ha cambiado su carácter y se ha vuelto malo? ¿Ha sido mal aconsejado por alguien? ¿Alguien cercano?

¿Se trata de un “follón” puramente inventado por su mente, ahora retorcida, para montar un espectáculo de medidas incalculables?

Nos mantendremos a la espera, por lo menos un servidor de ustedes que, la verdad, está que arde con toda esta historia.