OPINION

Paro y dificultades económicas

Jaime Orfila | Sábado 17 de octubre de 2020

Fiscalía, medios, educación, salud. Los socios del gobierno están posicionando a sus hombres y a sus mujeres en todos los resortes del poder. Es una opinión. Una opinión fácilmente constatable con hechos. Unos hechos que se repiten en todas y cada una de las ocasiones que sus políticos llegan al gobierno. Unos políticos que se ponen el uniforme de técnicos cuando soplan vientos de cambio paseando la zafia superioridad moral de la izquierda ante la miopía de la oposición.

Este correlato es especialmente trascendente en un escenario de dificultad y de fragilidad social y económica. Especialmente importante en un entorno en el que los principios de las formaciones políticas sucumben ante la debilidad numérica de sus mayorías y se instaura la dictadura de las matemáticas. Todo vale, sin líneas rojas, si es necesario para mantener a un gobierno inestable y sin escrúpulos. Esta cruda realidad nos lleva a la ocupación de la administración por cargos sin competencia para las funciones que desempeñan, al mercadeo permanente en las políticas rozando el chantaje, a la imposición de los postulados de las minorías y a la radicalización extrema de las decisiones. La debilidad lleva inexorablemente a la deflación de la calidad de nuestra democracia, a la división y al enfrenamiento y al deterioro nuestra economía.

Ante esta realidad, la parcialidad impúdica del CIS hace que la parte de las encuestas dirigida a la evaluación de la política, las políticas y los políticos no sea fiable y por tanto despreciable desde que está dirigido por su sociólogo de cabecera, el inefable Tezanos.

Sin embargo, el CIS, un organismo autónomo de carácter administrativo, con personalidad jurídica y patrimonio propios, adscrito al Ministerio de la Presidencia, tiene grandes profesionales y siempre es interesante analizar las matrices de sus estudios y consultas a la sociedad española.

En la consulta correspondiente al mes octubre llama la atención que el coronavirus haya dejado de ser la principal preocupación de los españoles. Ha sido superado ampliamente por las consecuencias directas de la pandemia, la caída de la actividad económica y el aumento del paro.

La trascendencia de esta reflexión viene dada por el papel que puede estar jugando la propia gestión de esta epidemia global y el daño evitable que se está produciendo. De hecho, la politización partidista de la gestión por encima de la situación temporal de los indicadores es el principal obstáculo a la racionalidad. La extrema coordinación entre comunidades, en un país muy descentralizado, es imprescindible para el buen gobierno de la pandemia.

La falta de un comité técnico que de soporte a las variables que orienten en la toma decisiones es poco más que increíble. La discrecionalidad de las decisiones está peleada con el rigor y con la coherencia. La percepción que muchas medidas que no se están empleando ayudarían a frenar la pandemia y que tendrían poco impacto en la economía es generalizada. Instaurar un sistema sólido de evaluación y mejora continuada, inaplazable. Propiciar una mejor comunicación de las medidas a la ciudadanía para facilitar su colaboración, no demorable. Por desgracia, hemos instalado las macrodecisiones, las estratégicas, en la inconsistencia.

Es obvio que vamos a salir de esta, más pronto que tarde, bastante más necesitados y enfrentados, mucho más débiles y nos orientamos a un prolongado y difícil periodo de convalecencia presidido por el aumento del paro y de la pobreza.

Buen finde.


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