OPINION

Es un parte bélico

Miguel Lázaro | Viernes 24 de abril de 2020

En una España doliente y en duelo, a pesar de los 86.000 recuperados, con mas de 21.770 muertos, de ellos 164 en nuestra comunidad, hoy quiero dedicar mi artículo al personal sanitario fallecido, por ahora más de 50 profesionales, entre los que destacan de manera muy prevalente, los médicos fallecidos. Hasta hoy 35. Desde los 28 a los 65 años. El homenaje a ellos empieza primero contándolos, a pesar de que medir no es conocer, por eso la OMC los nombra, -no como un porcentaje como hacen algunos seudo portavoces que van de ex –pertos-, y va actualizando cada día la lista sus nombres y apellidos, edad y lugar de trabajo, para que nuestra memoria y agradecimiento los siga honrando por su ejemplaridad y compromiso

El número de médicos fallecido no para ni se detiene es como una gota malaya o como un parte bélico, en el que cada día hay bajas. Parece que el espacio sanitario se haya convertido en un escenario bélico. 35 funerales, sin rituales de despedida y con duelos con alta probabilidad de complicarse y cronificase en su elaboración.

Admitámoslo, trabajar en el ámbito sanitario y más específicamente de médico en esta pandemia, es un alto riesgo y ser medico de primaria, conlleva el máximo riesgo. Es como jugar a la ruleta rusa.

Los médicos muertos, son un plus y una alerta mental constante sobre los médicos que siguen trabajando y por lo tanto son conscientes del riesgo que corren y que se acumula a la gran sobrecarga emocional que supone el día a día la atención de los pacientes Covid. Es muy duro y no hay callo mental para soportar tantos muertos y compartir con sus familiares su dolor.

¿En que se basa su resiliencia?: en varios factores como su sentido del deber inscrito en su ADN vocacional y en su compromiso ético con los pacientes. La pandemia es una actualización constante de las eternas palabras mágicas recogidas en el juramento hipocrático: curar si podemos, aliviar, acompañar y consolar siempre. Con estos mantras nos retroalimentamos, ajustamos nuestra serotonina, aumentamos nuestra tolerancia a la frustración y soportamos mejor nuestro estrés.

Pero la tarea sería imposible sin el gran trabajo compartido con otros profesionales de los equipos asistenciales y no sanitarios, con la sonrisa y el agradecimiento de los pacientes recuperados y de sus familiares y con ese aplauso, apoyo y reconocimiento constante de los ciudadanos que es un aliento diario que nos da energía y que impide nuestro agotamiento, aunque no nuestro cansancio. Es un antídoto contra el desánimo, la desazón y también porque no decirlo contra nuestra indignación acumulada.

La rabia colectiva de los profesionales, por el abandono, la pésima gestión y la falta de medios adecuados para no contagiarse, esta in crescendo. Resulta patético y vergonzosos, que, a estas alturas y con la que está cayendo, escuchar desde el pulpito, los relatos con gran amplificación mediática, de los autodenominados “ex -pertos sanitarios” y seudo líderes políticos, centrados en la ceremonia exculpatoria. No es serio ni por supuesto científico sus contradicciones, ocurrencias, dobles mensajes. Cuanto agradeceríamos el silencio de estos “supuestas autoridades en la pandemia” con nula capacidad de autocritica e imbuidos en un narcisismo que les impide reconocer que lo mejor es que si no sabes no digas nada, porque tus palabras confunden más que aclaran. Empezaron negando y subestimando la pandemia pregonando con exceso de confianza y autocomplacencia que esto no es nada y dura cuatro días. ¿Como se puede hacer de portavoz sanitario sino tienes el insight necesario de que no sabes lo que no sabes? Ante la incertidumbre; prudencia, prudencia y más prudencia y mega dosis de humildad. Somos aprendices de todo y maestros de nada.

Con 31.000 profesionales sanitarios infectados, no cabe repartir material fake tal como las 350.000 mascarillas repartidas y ahora retiradas. No hay justificación para conducta temeraria y negligente.

Demoledora la sentencia del Supremo, ante una denuncia de la CESM (Confederación de Sindicatos Médicos), es un auto que ha sido una bocanada de aire fresco para el colectivo médico. En él, se obliga al Gobierno a distribuir material de protección adecuado a los sanitarios frente al Covid -19 y a adoptar todas las medidas a su alcance. Ahora lloramos, mañana pediremos cuenta y cuentas.

Ya saben, aun, aquí y ahora , que estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.


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