OPINION

Bitcoin, oro y plata ante la crisis que viene

José A. García Bustos | Sábado 11 de abril de 2020

Estos días me ha dado por escribir un libro. He decidido cambiar algunas horas de Netflix por la puesta, negro sobre blanco, de las ideas y enseñanzas que he cultivado sobre educación financiera durante los últimos años.

Aunque algunas las he mencionado en esta columna de opinión, quería compartir con ustedes mis principales reflexiones, por si pudieran servirles.

La primera idea es que somos muy afortunados por tener todo el conocimiento a nuestro alcance, a coste cero. Youtube y algunos blogs me están enseñando más sobre educación financiera que lo que aprendí durante mis años de carrera universitaria y cursos de posgrado. Lo cual no quiere decir que todo lo que hay por ahí sea bueno.

Otra idea es que la mejor inversión que alguien puede hacer es formarse de manera continuada. De lo que les guste. Y, en momentos de depresión económica, como ya pocos dudan en calificar a esta época que nos tocará vivir tras salir del confinamiento, la educación financiera adquiere aún más importancia, ya sea usted médico, mecánico, comercial, profesor o peón.

Otra conclusión que quiero compartir con ustedes es que estamos llegando al fin del sistema monetario tal y como lo conocemos. El mismo que empezamos en 1971, tras abandonar el patrón oro y con el dólar y resto de monedas que pasaron a basarse solamente en la confianza en las instituciones. En los últimos siglos, cada 40 años aproximadamente se cambia de sistema monetario y desaparece la moneda fiat (basada en la confianza) que lo sustenta. No hay ninguna moneda fiat que haya sobrevivido a lo largo de la historia. Y ha habido miles.

En esta época en la que se ha paralizado toda la actividad por culpa de un virus, a los bancos centrales de cada país no les ha quedado otra que imprimir dinero de manera ilimitada para salvar la economía. Al estar en casa no podemos mantener el flujo transaccional que requiere toda economía para vivir: trabajamos a cambio de dinero, dinero que consumimos e invertimos. Con nuestras compras activamos la producción de las empresas que, con capital y trabajadores, produce lo que compramos o los servicios de los que disfrutamos. El dinero requiere ser movido como la sangre del cuerpo humano. Si se para, el organismo se colapsa.

Repito, así como están las cosas, con todos confinados, no había muchas más opciones. El problema es que llevábamos años imprimiendo dinero de la nada y lo de estos días es como llover sobre mojado.

La moneda fiat actual (el dólar o el euro) va a ir perdiendo valor de manera acelerada en los próximos tiempos. Habrá tantos billetes en la economía que la moneda acabará perdiendo valor. Más aún, si cabe.

Pues bien, ante este panorama, no me queda otra que recordarles lo que en esta sección he comentado alguna vez. Busquen una reserva de valor, cada uno en la medida de sus posibilidades. El oro y la plata siempre han estado ahí. La plata, en estos momentos, está muy barata en comparación con el oro. Y, por primera vez en la historia, tenemos otra alternativa a los metales preciosos que puede que esté llamada a sustituir el dinero de los gobiernos por el dinero del pueblo. El dinero que no necesita intermediarios porque las matemáticas verifican las transacciones entre dos individuos. Me estoy refiriendo a bitcoin. No será de manera inmediata cuando bitcoin tome el relevo pero sí más adelante, cuando los millennials, hartos de volver a sufrir otra crisis, tiren del carro del cambio.

Este virus que nos azota provocará cambio en nuestros hábitos. Uno de ellos será que dejaremos de emplear el dinero físico, por el riesgo de contagio que conlleva y lo sustituiremos por dinero digital. Esto abre puertas al uso de la blockchain con monedas digitales emitidas directamente por bancos centrales facilitando la adopción, más adelante, de bitcoin.

Este movimiento de los bancos centrales detraerá mucho poder a los bancos comerciales y será un cambio importante en el sistema financiero que conocemos. Pero el cambio irá a más hasta la desaparición del euro o el dólar porque, aun siendo digitales, siguen siendo moneda fiat, basada en una confianza, cada vez más depauperada, en unas instituciones a las que la según gestionen la crisis puede significar la puntilla. La Unión Europea parece haberse haber aprendido de errores pasados porque, como ha reconocido, en la anterior crisis actuó tarde y mal. Los jóvenes europeos no aceptarían otro error de bulto.

Muchas criptomonedas desaparecerán porque no tienen una propuesta de valor seria, no aportan un valor diferencial o simplemente son un fraude. De entre todas, hay una que está realizando una importante apuesta, está trabajando con el objetivo de la adopción a nivel planetario y está ganando adeptos a nivel empresarial. Grandes compañías están empezando a apostar por ella tras haber aumentado el tamaño de sus bloques para asegurar la escalabilidad y poder llevar a cabo más transacciones por segundo que VISA. Se trata de Bitcoin SV (Satoshi Vision), el auténtico bitcoin, el que sigue el whitepaper de su creador. Los demás, hace años que se apartaron de él.

No me atrevería a dar ningún consejo de inversión. Solo expongo las conclusiones a las que he llegado. En una época con dinero impreso sin respaldo de valor alguno, conviene hacerse con activos que guarden valor. Interesantes activos en este sentido son: bitcoin, oro y plata. El bitcoin al que me refiero cuesta hoy 170 euros la unidad y se pueden adquirir fracciones. Tiene una utilidad muy superior a lo que marca su precio, a tenor de los precios y propuestas de otras criptomonedas. Si su adopción se dispara, el precio lo hará.

En una época de aumento ilimitado de la oferta monetaria, tanto bitcoin, como la plata y el oro se encuentran en cantidades limitadas. La escasez frente a la abundancia. Desde ayer Bitcoin SV se va liberando más poco a poco porque se ha reducido a la mitad la recompensa a los mineros que validan un bloque. A mayor escasez, mayor precio siempre y cuando se aporte valor y, Bitcoin SV está llamado a aportar mucho valor a esta nueva sociedad que nos encontraremos al volver a salir de casa.

Espero que les haya servido mi reflexión. El tiempo dirá. En cualquier caso no hagan caso de nada de lo que he dicho. Mi última conclusión es: DYOR, y no me refiero a un diseñador de moda sino al acrónimo del aforismo inglés “Do Your Own Research”, es decir, hagan su propia investigación. Y lleguen a sus propias conclusiones.

Investiguen y fórmense. La formación a la que me refiero está a un solo click de ratón. Es gratis y de gran calidad. Les puede ayudar en estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir.

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