OPINION

El talón de Sánchez

Francisco Gilet | Miércoles 05 de febrero de 2020

Talón que, en la acepción “aquiliana”, naturalmente, en realidad son dos; el batiburrillo gubernamental que ha montado y el coctel parlamentario que todos los días tendrá que tomarse como desayuno, almuerzo y cena e incluso, en las habituales noches de insomnio, como resopón. Revisar las noticias y echar un vistazo al BOE, trae como consecuencia el echarse las manos a la cabeza ante semejante temeridad cometida por el cerebro de la trama, por llamarla de alguna manera, es decir, el actual presidente Sánchez. De principio se ha visto obligado a crear veintitrés ministerios para dar moqueta al proclamado socio preferente y sus confluencias. Algunos tan vacíos de contenido como el ministerio de Consumo, con las competencias mayoritariamente trasferidas a las comunidades autónomas y con un ministro con una materia gris todavía sin estrenar. Nada que pueda superarse con el ministerio de Igualdad, cuya “señorita” va cambiando de ocupantes de Secretaria bien por haberse equivocado de color, bien por haber errado en una preposición. Instruida que es la señora ministra. Aunque, en ocasiones, durante estas escasas semanas, semeja que todos, y todas, andan compitiendo en quién exhala la perla más brillante y fina. Desde la propiedad de los hijos a favor del Estado, hasta la “adultocracia” o el “monomarental”, la carrera está abierta para “integrantas” y “presentas”. El corrector de Word no dará abasto resaltando las barbaridades gramaticales de unos personajes que han hecho de la incorrección vital y gramatical su modus vivendi. Eso sí, con una pasta gansa todos los meses ingresada en cuenta.

Porque, ésta es otra. El incremento de gasto del ejecutivo formado por Sánchez supera en más de un veinticinco por ciento el de la estructura de los anteriores gobiernos. Obviamente a más ministerios, más Secretarias, más Subsecretarias, más Direcciones Generales, más Jefes de Gabinete y más jefe de prensa amaestrados. Es decir, mientras el paro en la empresa privado crece, los puestos de empleo público se incrementan. Sin embargo, empero su esfuerzo, no se vislumbra que pueda cubrir la Administracion el gran agujero de empleo en la, antes, conocida como “gente”. Aunque, no cabe duda de que cierto empeño se le puede apreciar. Solamente el jefe de Gabinete, Ivan Redondo, ha acumulado en el Palacio de la Moncloa y sus aledaños, una estructura calcada de la que se sienta en esa inmensa mesa del Consejo de Ministros (genérico). El gran Rasputín, acumulando poder y control, ocupa el vértice de una estructura compuesta por Cincuenta y Seis altos cargos, entre Secretarios de Estado, Subsecretarios, Directores y Subdirectores. Directores generales, veinticuatro, que duplican los que prestan servicio en el Ministerio de Relaciones con las Cortes, más el de Iglesias, más el de Justicia. Y todo ello, a fin de establecer un control desde Presidencia para que nada se escape a su mirada. La pregunta que surge inmediatamente es cómo será posible que la concordia, la paz y el sosiego reine entre tanto ministro, ministra, secretarías y demás, para que logren que los proyecto corran veloces por encima de burocracia, vistos buenos y conformidades. Da la impresión de que Sánchez y su verdadero socio preferente, Ivan Redondo, quieren tenerlo todo “atado y bien atado”. Y ya se conoce cómo se cumplió esa histórica frase.

El segundo talón “aquiliano” de Sánchez volvió a ser señalado el lunes pasado. Como lo será el próximo jueves; protagonistas los separatistas, republicanos, proetarras y comunistas radicales. Los que, apoyando la formación de su gobierno, le van echando pulsos a cada paso que pretende dar, pulso que, sin sorpresa, va perdiendo. La reunión con el seudo presidente Torra, aparte de un menosprecio a la Justicia, es una buena muestra. Como también lo es el nulo fuste acreditado ante la ausencia de todas esa troupe que no tiene prejuicio alguno en coger un avión, con cargo a los impuestos, para redactar y presentar en Madrid un manifiesto contra la Monarquía. Manifiesto que no es tal, ya que, realmente, no va contra el rey, sino contra lo que representa, una nación histórica que les repatea exista y que les importa un comino cómo se gobierna, pero que no le hacen ascos a sus dineros. Sánchez está tan imbuido de su papel, de su trono, que cree, ingenuo, que logrará contentarlos a todos ellos y a los diputados siervos de Iglesias y Montero. Esos, sin reproche alguno por parte del presidente, ni aplaudieron ni respetaron la figura del Jefe del Estado, por la sencilla razón de que no creen ni les gusta que exista. Ellos quieren otro mando, otro jefe, otra forma de Estado. La Corona les duele por representar la cohesión histórica de la nación. Como les punzan las palabras, el porte y la prestancia de un moderno Rey que sabe, perfectamente, cual es su papel en esta función; salvaguardar la unidad de España por la vía de la Constitución.

Es el retén de la Nación, ninguneado por un presidente cándido, pero también malo, y sin el cuajo suficiente para mantener en pie el chiringuito que ha montado El fuego será tanto amigo, como hostil. Si se dice que tres, en algunas circunstancias, son una multitud, convivir con veintitrés puede ser un infierno.