Ser hacker es la profesión del futuro. Una vez salvadas las iniciales lagunas legales (porque en esta materia las lagunas pronto se convertirán en grandes océanos), y una vez perdido el miedo a regular el denominado “hacking ético”, a fin de reconocer el hecho de que (de igual modo que cualquiera de los mejores inventos de la humanidad ha podido ser utilizado en algún momento de la historia, contra el propio ser humano), el hacking también traerá algo de provecho.
Regular el hacking ético es una necesidad vital porque existe, del mismo modo que existe la prostitución. A veces el legislador se dedica a delimitar los aspectos más ínfimos de nuestra cotidianidad, y sin embargo no se atreve con realidades que no van a desaparecer aunque las ignoremos.
Ignorar legislativamente el hacking ético supone arriesgarse a que las empresas y la propia administración pública, que contraten hackers para investigar los fallos en sistemas propios y ajenos, se sitúen dentro de un limbo de complicadas consecuencias desde la perspectiva jurídico-legal. Los hackers éticos son, hoy en día, auténticos “Don Quijotes del hacking” que en vez de luchar contra molinos de viento, se debaten entre poner en conocimiento de la policía o del Juzgado, la evidencia del fallo detectado, o bien callarse para evitar la aplicación injusta de una Ley temerosa y lenta frente a la innovación tecnológica.
El crecimiento imparable de los ciberdelitos requiere una rápida regulación del hacking, para delimitar y diferenciar de forma clara lo que debe entenderse como hacking ético o hacking constitutivo de delito. Sólo de este modo los hackers bienintencionados lo tendrán un poco más claro a la hora de sumergirse en esa búsqueda que les apasiona, del fallo ajeno, a fin de evitar procesos injustos que les afecten en calidad de investigados.
No regular esa realidad es simple y llanamente perder tiempo, porque el hacking no sólo seguirá existiendo sino que cada vez evolucionará más y formara parte de todo nuestro entorno, de una forma distinta, más global y de consecuencias cada vez más complejas. No es nada despreciable en resumen, tener buenos hackers en nómina porque de ellos dependerá en pocos años, la investigación de la mayor parte de los procedimientos que acaben en los Juzgados de cualquier jurisdicción.