Santiago Fiol | Martes 24 de diciembre de 2019
Es Navidad. Como todo en la vida lo solemos identificar por olores y sonidos; los olores estarán vinculados a las grandes mesas que se ponen en los hogares para reunir a las familias, aroma a comida pero también a amor y fraternidad. Quizás los sonidos que más identifican la Navidad son la cancioncilla de la lotería y el legendario villancico de Raphael, el tamborilero.
Un tiempo a esta parte se nos viene diciendo que la Navidad se está convirtiendo en una etapa de excesivo consumo y puede que en parte sea así pero, afortunadamente aún somos muchos que al cruzarnos con alguien conocido le felicitamos la Navidad.
Estas fiestas, eminentemente religiosas -se conmemora el Nacimiento el Hijo de Dios-, han sido adoptadas incluso por aquellos que ninguna creencia tienen o que no coincide con la Cristiana; aun así, es mayoritario reunirse en torno a una mesa y celebrar la Navidad.
La Navidad, que los publicitas se esfuerzan en que tenga un aire tristón es justo lo contrario; es alegría, es la emoción de poder celebrar la tenencia de alimentos y la fraternidad de las personas queridas compartiendo alimentos, obviamente todos tenemos el recuerdo para aquellas personas queridas que nos han precedido en la muerte, es inevitable, humano y hasta deseable.
El consumismo es una actitud personal delante de una sobreexposición de objetos que casi nunca necesitamos; de verdad, de la buena, necesitar, necesitamos muy poco aunque tengamos mucho. Es un buen momento para compartir, aunque sean las cosas, ropas o juguetes que no usamos, seguro que a alguien harán tremendamente feliz esa ropa pasada de moda o que nunca nos podemos.
Seamos generosos, incluso con los que creemos que no lo merecen pues no sabemos que tiene en sus pensamientos, no juzguemos y no seremos juzgados, seamos felices y naturalmente pensemos en los que no están, muy presente ;tengo a mis Padres estos días, pero también en el resto del año.
Valoremos que muchos somos unos privilegiados pues tenemos las necesidades más importantes cubiertas; yo me siento un privilegiado y sólo pido personalmente que las cosas continúen como están, que mis hijos continúen siempre sanos y que sean buenas personas. Es mucho y es poco.
A los líderes y gobernantes les pido reflexión y altura de miras, su éxito supondrá el bienestar de la sociedad, de la creación de empleo, de mejora de los servicios sanitarios y de la justicia, de un incremento justo de los salarios mínimos y las pensiones, por eso les deseo el mayor de los aciertos.
No dejemos de escuchar villancicos pues nos alegran el corazón y quien dice el corazón, dice el alma, para todos Feliz Navidad.