OPINION

Lo estamos haciendo rematadamente mal

Santiago Fiol | Martes 29 de octubre de 2019

Quizás, al final de la lectura de estas líneas, alguien tendrá la tentación de llamarme facha y, aunque respete su opinión pues no me queda otra, no la comparto pues no me tengo por tal. Me parece una palabra obscena usada demasiado a la ligera que empieza a quedarse vacía de contenido de tanto usarla con las personas inadecuadas. Y no crean que me estoy poniendo la tirita antes de la herida, sino que ya sé cómo piensa un determinado colectivo muy dado a etiquetar con ese término.

En demasiadas ocasiones me he visto en la necesidad de escribir sobre la inmigración ilegal y de los muertos que se cobra el Mediterráneo por la temeridad de cruzarlo sin ir en las debidas condiciones; he criticado, como no puede ser de otra manera, las mafias y la desafortunada falta de unidad de la UE en relación a este tema.

Anejo al problema de la inmigración ilegal es el de la integración de esos inmigrantes ilegales, cuya magnitud e importancia es inferior a la inmigración ilegal pues nadie se juega el pellejo pero que a la larga será un problema para este pequeño país, para España y para Europa.

Hace unos días, una mujer a la que no hay que perder de vista, la Ministra de Integración del Reino de Noruega, doña Sylvi Listhang dijo. “Creo que aquellos que vienen a Noruega tienen que adaptarse a nuestra sociedad, aquí comemos cerdo, bebemos alcohol y mostramos el rostro, Quien viene aquí debe cumplir los valores, las leyes y regulaciones noruegas”. No puedo estar más de acuerdo.

Aquellas personas que vienen a España deben adaptarse a las a nuestras costumbres y cultura, y ello viene a colación a que ahora se vaya a enseñar la religión islámica en nuestros centros públicos, esos que salen de mis impuestos y los de Vds.

Somos, los últimos casi mil años, una sociedad culturalmente judeo cristiana cuyos principios morales y sociales han bebido en los preceptos de la religión católica y cuyo derecho, como regulador de las relaciones sociales tiene su origen en el derecho romano justinianeo adaptado siglos más tarde por Napoleón y acogida por los países de nuestro entorno, posteriormente, España incluida.

Desde un ateísmo hipócrita el gobierno central y el autonómico usan dos varas de medir frente a los asuntos religiosos; al catolicismo palos, al islamismo facilidades, cuando no saben, la ignorancia les caracteriza, que un ateo es aquel que niega la existencia de cualquier dios.

No quiero ser agorero, y profético mucho menos, no sé que nos espera en el futuro, pero si recuerdo una cita de Bin Laden, “el vientre de nuestras mujeres conquistará occidente”, los índices de natalidad le dan la razón, especialmente en España, ahora más que nunca quien viene debe ser bien acogido pero siempre que se adapte a nuestras costumbres, leyes y forma de vida pues en sus países de origen no existe reciprocidad; allí no respetan nuestras costumbres, no nos dejan comer cerdo y desde luego no se enseña el cristianismo. Creo que nos lo debemos hacer mirar.

Visité Noruega este verano, admiro el país, su ciudadanía y la calidad de vida que ahí tienen y les aseguro que en cuanto a integración nos queda muchísimo por aprender y la ministra de integración tiene mi respeto y admiración. Que pasen un buen día.

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