OPINION

La vuelta al cole

Manuel Blanco | Viernes 06 de septiembre de 2019

Con la llegada del mes de septiembre, llegan también los temidos exámenes de recuperación. La evaluación extraordinaria es un procedimiento obsoleto en la actualidad. El impás de los dos meses de verano provoca una alteración de las neurones en los alumnos cuya consecuencia es que el objetivo de superar una asignatura no se cumple en la mayoría de casos.

Este sistema de evaluación tradicional tendría que ser modificado y apostar por nuevas formas de comprobación de que los alumnos han alcanzado los objetivos que contempla el currículum educativo. El sistema no funciona porque los resultados académicos lo demuestran. El tanto por ciento de alumnos de educación secundaria que superan la asignatura es inferior al diez por ciento.

En este sentido, podemos encontrar voces discordantes que piensen que adelantar la convocatoria de exámenes sería un error puesto que el alumno no tendría tiempo suficiente para preparar los contenidos y por lo tanto se podria considerar una oportunidad perdida.

En cualquier caso. adelantar la convocatoria extraordinaria es una práctica que funciona muy bien en el ámbito universitario y en el último curso de bachillerato provocado por el adelanto al mes de julio de las pruebas de acceso a la universidad.

Quizás no estaria de más abrir el debate pedagógico de la conveniencia de implantar en el mes de julio las evaluaciones extraordinarias de la educación secundaria. De este modo, los alumnos podrían disfrutar de unas vacaciones reales sin estar pendientes de estudiar y de realizar los trabajos de verano.

Por ejemplo, en Valencia, Madrid, Navarra, hace unos cuantos cursos académicos que se viene realizando y los resultados académicos son muy positivos aunque varían según la comunidad autónoma. Es cierto que para muchas famílias es un desahogo ya que con el adelanto de la convocatoria no tienen que pagar academias ni profesores de refuerzo educativo.

Es un asunto que se tiene que hablar y consensuar porque, como siempre digo, las decisiones educativas que se tomen, se tienen que implantar pensando en el bien del alumno que es el motor de la educación.

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