OPINION

Los juramentos no son charlotadas

Santiago Fiol | Martes 18 de junio de 2019

En los años 80 hubo algún intento de romper con la fórmula establecida añadiendo la coletilla del “imperativo legal” que cortado de raíz por un político serio llamado Félix Pons, a la sazón Presidente del Congreso de Diputados.

Treinta años después los juramentos de cargos políticos se han convertido en auténticas charlotadas en el cual cada electo modifica a su antojo la fórmula oficial algunos lindando el delito, pues al amparo de la libertad de expresión no se puede decir cualquier barbaridad.

El juramento que, efectivamente, es un acto por imperativo legal es un requisito formal para acceder a un cargo; con las frivolidades y estupideces (en mi opinión) que se llegan a decir se ha desnudado el de la solemnidad que lo revestía.

Resulta difícil tomarse en serio y respetar a alguien que en su primer acto como cargo público dice una imbecilidad; augura una legislatura de éxito a los periodistas.

Para acceder a un cargo público se debe hacer constar públicamente que se defenderá el ordenamiento jurídico, lo cual no es ninguna broma sino algo extremadamente serio. Imagino que hay una relación directamente proporcional entre la sandez que dicen en un juramento y su capacidad de gestión. Ya conocen la frase atribuida a Marx, ese que tanto bien hizo para la humanidad, Groucho, “puede parecer un idiota, actuar como un idiota, pero no se deje engañar, es un idiota”

Puigdemont ese político valiente y audaz donde los haya que no tuvo ningún problema en traicionar a los miembros de su gobierno huyendo a Bélgica, si quiere acceder al Parlamento Europeo tendrá que acudir al Congreso de los Diputados y prestar juramento, sino lo hace no será eurodiputado y una vez más habrá engañado a los suyos, pues a los que no piensan como él ya no les sorprende en nada. Recuerdo aún la expresión de una mujer frustrada que pasó de 100 a 0 cuando Puigdemont proclamó y suspendió la república en un segundo. Se burló en la cara de esos ciudadanos.

Esperemos que en los próximos cinco años disfrute la euro cámara de un presidente como ha sido Antonio Tajani; un europeísta convencido que ha estado a la altura del cargo que ha ostentado.

Mientras tanto por aquí, en este pequeño país, seguiremos con nuestros políticos de andar por casa, esos en los que confiamos tan poco que si fuesen vecinos nuestros no les fiaríamos la presidencia de la escalera, pero ya saben lo que dice un aforismo, los pueblos tienen los políticos que se merecen.

La gran suerte es que nada más empezar la legislatura se tomarán las vacaciones de verano, la mala suerte es que en esos días de asueto tendrán ocurrencias y a la vuelta las querrán aplicar. Que tengan un buen día.