OPINION

Igualdad de oportunidades, no igualitarismo

Agustín Buades | Domingo 10 de marzo de 2019
Una vez pasada toda la voragine del feminismo radical quero hacer constar que valoro positivamente una ley que promueva la igualdad entre la mujer y el hombre, la igualdad de todas las personas y la no discriminación por razón de raza, sexo, religión, etc. No obstante, entiendo que la ley actual adolece de defectos jurídicos de profundo calado.

El texto de la ley promueve la ideología de género, según la cual el sexo masculino y femenino son construcciones culturales. Algo que dista mucho de la realidad objetiva, imponiendo una ideología que proclama la superación del actual modelo de sociedad mediante la transformación de la diferenciación sexual en puras categorías culturales y, por consiguiente, opcionales y elegibles.

Hay que luchar por la igualdad de oportunidades y no por el igualitarismo: es absurdo establecer cuotas de hombres y mujeres al 50% a todos los niveles pues los gustos de ambos no son los mismo . Lo lógico es que tanto mujeres como hombre tengan igualdad de oportunidades para acceder a aquel lugar que quieran, respetando la libertad individual.

Esta ley debería incluir la principal discriminación que actualmente sufren las mujeres: por razón del embarazo y la maternidad. Ya sea en el mundo laboral, social o familiar.

Otro de los grandes problemas que sufre este colectivo y que prácticamente no tiene cabida en esta ley: la prostitución, el proxenetismo, el tráfico de mujeres, así como la explotación sexual. Un criterio de igualdad y no discriminación significa, por ejemplo, limitar o prohibir la prostitución en los términos equivalentes a lo que ha hecho en Suecia.

No hay que establecer cuotas, pues a los cargos de responsabilidad deben acceder los mejores, tengan el sexo que tengan. Dar por hecho que las mujeres necesitan de estas cuotas para acceder a este campo sí que es sexista: muestra una desconfianza en la capacidad más que demostrada que tienen las mujeres de acceder a estos cargos y de desarrollarlos con igual o mayor efectividad y profesionalidad que los hombres.

Una normativa que luche por la igualdad de oportunidades y no por un igualitarismo que es en esencia discriminador, ya que no tiene en cuenta ni las diferentes características ni los diversos gustos que puedan tener hombres, mujeres o cada individuo en concreto. Unas preferencias que deben ser respetadas conforme al derecho a la libertad individual y que no pueden ser ni preestablecidas por el Estado ni juzgadas como peores o menos válidas dependiendo del sexo de la persona que las ejerza.

La ideología de género está presente en toda la actual ley, fomenta el individualismo, limita los derechos de ser humano a la vida, limita los derechos de las personas a la libertad; sea de los padres a la educación de sus hijos, sea de las mujeres a ser madres. Esta ideología es contraria a todo conocimiento científico y, obviamente, a toda antropología humana. No es feminismo porque no persigue la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, sino que simplemente persigue conseguir la igualdad a base de eliminar la condición de hombre y de mujer.

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