Hace unos años, en España, cuando se hablaba de educación, es decir, cuando se planteaban cuestiones referidas a la mejora de nuestro sistema educativo y también cuando se hablaba de mejorar los resultados, las metodologías, las evaluaciones, se hacía tomando como referencia sistemas educativos del norte de Europa. Concretamente, siempre nos referíamos a Finlandia por ser uno de los países nórdicos donde los resultados educativos se colocaban en los primeros puestos de los rankings mundiales.
Por este motivo, comparándonos nos convertíamos en altavoces educativos innovadores, avanzados y nos envolvíamos de un áurea intelectual que yo voy a desmontar de manera muy breve en las siguientes líneas. Así pues me dispongo a romper el mito de Finlandia para hablar de la esperanza de Singapur.
En los últimos treinta años, Singapur ha pasado de ser el vagón de cola a la locomotora de las estadísticas y resultados académicos. En todo esto hay una pregunta clave: Si en Singapur ha funcionado, ¿por qué no podría funcionar en España? Me reitero en una afirmación que he repetido en múltiples ocasiones. En España ese modelo también podría funcionar siempre y cuando dejemos de lado la mediocridad y apostemos por la excelencia y calidad.
Lo que ha sucedido con el sistema educativo de Singapur no ha sido un milagro. La población escolar no ha pasado de ser analfabeta a superdotados por arte de magia. Lo que ha ocurrido en Singapur que no sucede en España, es que los pilares del sistema educativo son firmes y no se tambalean. Si entendiésemos que la educación es el mayor reto del ser humano, ahora mismo, en España, no tendríamos los resultados académicos que tenemos. De hecho, en Singapur ha funcionado porque la educación ha sido el gran proyecto de prosperidad nacional.
Las claves del éxito son diez. Todas las conocemos. Lo que nos falta es creerlas y aplicarlas con vehemencia. La primera, la educación es el pilar fundamental para el desarrollo del país. En España seguimos decidiendo cuál es nuestro modelo productivo.
La segunda, el sistema educativo se basa en meritocracia y competitividad. En España, hemos consentido que nuestros alumnos pasen de curso y lo que es peor, que titulen con asignaturas suspendidas. Nos hemos cargado la cultura del esfuerzo gracias a las brillantes ideas socialistas.
En tercer lugar, aprender y no memorizar. En España hemos dado un paso adelante con la LOMCE modificando el currículum e introduciendo estándares de aprendizaje; pero todavía queda camino por recorrer en el cambio metodológico.
En cuarto lugar, flexibilidad en los itinerarios. En España también hemos avanzado algo con la introducción en la LOMCE de la Formación Profesional Básica, pero hoy en día muchos centros educativos se han convertido en guarderías de adolescentes porque los itinerarios deberían adelantarse en los primeros dos cursos de secundaria. Con respecto a la Formación Profesional, ésta representa el 70%. En España no llegamos ni al 20%.
El quinto y sexto pilar básico: en Singapur la educación está centralizada pero existe una autonomía de centros que se ejerce con responsabilidad. La autonomía no la entienden como “hacer lo que yo quiera”, la autonomía se basa, entre otras cosas, en poder contratar al profesor que mejor se adapte a tu proyecto educativo de centro. En España, el sistema es mucho más encorsetado y no tienes ese margen de maniobra bajo el argumento de que así se crean centros de primera y de segunda.
En séptimo y octavo lugar sitúan la evaluación: la del alumno y la del docente. En Singapur funcionan a la perfección. En España, al político que se le ocurra hablar de esto, le cuesta el puesto. Tendría en contra no sólo a los sindicatos sino también a su propio partido. El ejemplo más cercano: el de una consellera de educación socialista en el primer Pacte de Progrés.
Y los dos últimos pilares, para mí, los más importantes: Biligüismo y la profesión de docente es una profesión de reconocido prestigio. Desde la educación primaria es obligatorio estudiar en inglés y en la educación secundaria, como mínimo, se estudian las asignaturas troncales en inglés. Si lo analizamos, exactamente desigual que en España. El Gobierno que se atrevió a introducir el trilingüismo se topó con una oposición férrea no sólo de docentes sino también de la sociedad.
En Singapur, la profesión de docente es una profesión de alto prestigio. En España el docente está mal visto, es cuestionado por alumnos y familias y el sueldo es bastante mediocre. Así pues, sólo los estudiantes más cualificados y con mejores resultados pueden acceder a esta profesión después de haber superado un duro MIR educativo con una fase de estudio, entrevista personal y prácticas durante unos cuantos años en un centro educativo.
Ah!! Y lo mejor de todo, sólo invierten el 3% del PIB del país. En España invertimos el 5% y nos parece poco. Pero todo esto no cambiará hasta que no asumamos nuestro lugar en el mundo, cuáles son nuestras debilidades y oportunidades y comprendamos que sin la mejor educación no hay bienestar económico. Hoy, es el gran sector estratégico. Es la mejor política económica, a largo plazo, que puede llevar a cabo un gobierno en España.