OPINION

Ola de calor, en otoño

Emilio Arteaga | Martes 07 de agosto de 2018

Estamos en plena ola de calor, la peor, si por peor entendemos la de calor más extremo, desde hace muchos años. De hecho, la inmensa mayoría de los que ya hemos cumplido sesenta años no recordamos ninguna igual, aunque sí algunas parecidas. Al fin y al cabo, que haga calor en agosto es lo habitual, aunque cierto es que las temperaturas de este año son un poco más altas de lo usual, sobre todo por la noche, pero el calor en nuestro verano es como el frío extremo en el invierno ruso, se da por supuesto.

El calor meteorológico remitirá más pronto que tarde, el verano seguirá pero las temperaturas serán más soportables, podremos volver a cenar o tomar unas copas en las terrazas y, sobre todo, dormir, sin necesidad de aire acondicionado. Pero otra ola de calor, esta vez no ambiental sino política y social, nos espera a la vuelta del verano, si los dioses del clima política no se apiadan de nosotros.

Aun será verano astronómico cuando se celebre la Diada Nacional de Catalunya, que este año se prevé extremadamente reivindicativa y las perspectivas de conflictividad social en Catalunya cuando se celebren los juicios por el uno de octubre son muy elevadas y no digamos cuando se dicten sentencias, sobre todo si, como parece predeterminado, resultan en largas condenas por delitos fabulados.

También se puede producir una oleada sin precedentes de conflictos sectoriales, empezando por los taxistas y siguiendo por diversos colectivos sociales que se encuentran en el límite de la supervivencia o llevan muchos años de pérdida de poder adquisitivo y condiciones laborales, como desahuciados, parados de larga duración, inmigrantes sin papeles, funcionarios, enseñantes, cuidadores, dependientes, pequeño comercio y tantos otros.

También se incrementará la presión del PP y C’s sobre el gobierno del PSOE, sobre todo si las encuestas siguen siendo favorables a los socialistas y las perspectivas electorales de ambos partidos de la derecha y la ultraderecha siguen a la baja. En el caso del PP se añadirán las dificultades personales de su nuevo líder, Pablo Casado, con sus títulos académicos, que le llevarán, de confirmar el Supremo la investigación sobre las sospechas acerca de la obtención del máster, a multiplicar su agresividad contra Pedro Sánchez, a fin de extender una cortina de humo que oculte sus problemas y contentar a su parroquia, aunque también es posible que sufra descargas de fuego amigo desde las filas de los que ha desalojado del poder pepero.

Además, empieza un curso electoral, en el que habrá, como mínimo, elecciones municipales, autonómicas del régimen común y europeas, y ya se sabe que nada alborota más a la jauría política que unas elecciones a nueve meses vista, un embarazo en toda regla. Así que empezarán los ataques de todos contra todos, los que están en el gobierno intentarán apropiarse de todo lo positivo que se haya producido en los últimos tres años y medio, aunque haya sucedido a pesar de ellos, no gracias a ellos, y los que están en la oposición lo minimizarán y maximizarán todo lo negativo, que atribuirán a los gobernantes, incluso aunque haya sido de su propia responsabilidad. Nada nuevo bajo el sol.

Así que disfruten de las últimas semanas de verano, incluso con ola de calor y hagan acopio de relajación y paciencia para lo que se avecina. Es muy probable que la ola otoñal de calor político haga imposible la aprobación de los presupuestos, lo que supondría tener que prorrogar los actuales, que fueron aprobados por el PP y C’s, pero que tiene y tendría que aplicar el PSOE, lo que resulta bastante surrealista, o bien disolver el parlamento y convocar elecciones generales anticipadas, lo que ya elevaría la temperatura política a niveles incluso superiores a los de la temperatura meteorológica que padecemos ahora mismo.


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