En medio del verano, con España llena de turistas y una vez más nosotros haciendo de las nuestras.
Es impresionante como podemos llegar a ver todo según el cristal con el que miremos las cosas.
Los taxistas llevan tiempo reivindicando sus derechos para poder tener un monopolio en el transporte y conseguir que los VTC pierdan cota de poder ó desaparezcan totalmente.
Una de las razones que dan es que no se puede eliminar un servicio público para los españoles.
Pero vamos a ver señores, ¿de qué servicio público hablamos?. Coger un taxi se ha convertido en un artículo de lujo y lo pagamos como tal.
Cuando les oyes hablar pareciera que el servicio es gratuito y que no pagáramos por ello.
Y digo yo que, ¿en qué profesión el estado permite que se de un monopolio como en el suyo?.
Pues la lógica nos indica que no se debería de dar nunca, ya que tenemos un libre mercado y los señores da Cabify ó Uber también tienen derecho a comer, ¿no?.
Por no decir que el servicio que se ofrece es infinitamente mejor y en muchas ocasiones a precios mucho más reducidos.
El trato en ocasiones de los taxistas, así como el mantenimiento de los vehículos, deja bastante que desear.
Se quejan de que ellos también pagan sus impuestos, pues señoras y señores, igual que todos los españoles y todos los autónomos que nos las vemos duras para llegar a fin de mes.
Reivindican que tienen sus derechos y por supuesto que es así, pero de ahí a querer obligar a mantener un monopolio al gobierno, va mucho.
Además se dedican a destrozar en sus manifestaciones los coche de los empleados de las compañías privadas, sabiendo de antemano lo que supondrá para sus compañeros de profesión eso y ¿ellos piden por sus derechos?.
E incluso en ciudades como Palma donde casi existe dicho monopolio, en pleno mes de julio se han permitido hacer huelga en un verano en la que se estima que puede llegar a haber un 20% menos de turistas.
E insisto en que tienen sus derechos, pero no a costa de los de los demás, ni destrozando los vehículos de los demás, ni quitando la comida a otros.
Nuestros derechos comienzan donde acaban los de otros, no por encima de los del prójimo ó pisándoles , que es muy distinto.
Se nos llena la boca hablando de nuestros derechos ¿y nuestras obligaciones con los demás, dónde quedan?.
Una vez más en esta país, volvemos a quedar en ridículo por actuaciones fuera del sentido común, algo que se podría evitar si no fuéramos tan egoístas y pensáramos más en los demás y no padeciéramos de ombligismo como nos ocurre habitualmente.