OPINION

Fútbol y Hacienda

José A. García Bustos | Sábado 30 de junio de 2018

Estamos en época pre vacacional y por estas fechas, además de ansiar un descanso, siempre nos toca bailar con esa fea con quien nadie quiere pero de la que no te puedes escapar, como es la declaración de la renta. Rectifico. Se puede escapar pero si quien lo hace es pequeño, recibirá pronto una declaración complementaria. Si quien lo hace es grande como Miguel Bosé, Mario Conde o Rodrigo Rato, además deberá pasar por la vergüenza pública, si es que la tiene. Los hay que son tan grandes que están en las profundidades de los mares y no salen ni con pececillos que los reclaman.

La declaración de la renta es un mal trago por el que los que no recibiremos dinero a devolver, debemos pasar. Incluso a quienes les sale “a devolver” deberían dejar su alegría a un lado. Solo tienen que observar al final de la declaración, el total de retenciones o pagos a cuenta que han ido soportando o realizando durante el ejercicio anterior, para ver lo mucho que han pagado a Hacienda en un solo año. Si a eso se le añade la Seguridad Social que se nos detrae de la nómina de cada mes, es para echarse a llorar. Esa aportación total al Estado habría que compararla con el uso de los servicios públicos de los que somos beneficiarios para ver si somos una buena o mala inversión para el Estado desde el punto de vista fiscal.

Bueno, siempre consuela que aportamos fondos para la sanidad y la pensión de los más necesitados como son los mayores. Nos reconfortamos pensando que algún día lo seremos nosotros y otros aportarán los fondos para bienes y servicios públicos que usaremos. Y ahí es cuando surge la duda: ¿Realmente los jóvenes del futuro tendrán nivel de salarios y de horas de empleo suficientes como para afrontar los gastos que ocasione mi vejez? Cuando, además, caemos en la cuenta en que seremos muchos más los viejos que los jóvenes es cuando, esta vez sí, encontramos verdaderos motivos para echarse a llorar. Y, a sabiendas de esto, el 27% de españoles no ahorra nada.

Pero este verano también toca hablar de Mundial de fútbol. Pan y circo para distraernos de los verdaderos problemas del mundo. Distraernos sí pero no ignorarlos y, sobre todo, no dejar de tomar medidas.

El atractivo mundialista no es solo deportivo. Es ver el crisol de culturas, facciones, colores, alegrías, tristezas y costumbres de quienes se juntan en un punto del globo cada 4 años. Este año me ha impresionado ver a los aficionados japoneses dando ejemplo y recogiendo la suciedad dejada en la grada tras el partido. O las aficionadas iraníes sin velos en sus caras animando como las que más y a sabiendas de que al fin les permiten conducir en su país. El mundo, a veces, avanza.

Un ejemplo de avance es pronosticar el ganador del Mundial de fútbol mediante inteligencia artificial y no, como hasta hace poco, en base a comportamientos de gatos, gallinas o pulpos.

Un estudio de la Universidad de Dortmund en Alemania ha combinado la estadística con un potente método de cálculo para, tras 100.000 simulaciones, determinar que la española es la selección con más posibilidades de ganar el mundial. Hasta ahí bien. Pero si descendemos a la segunda selección con mayores posibilidades, el método se desmorona. Aparece Alemania que, como saben, no ha pasado de la primera fase.

Por tanto, la conclusión es clara. Nadie, ni nada, sabe lo que va a pasar, al menos en fútbol. De ahí la proliferación de casas de apuestas deportivas.

Tras ver los resultados obtenidos hasta ahora, una vez acabada la primera fase y a punto de entrar en octavos de final, vemos que las mejores selecciones por resultados obtenidos son Bélgica, Croacia y Uruguay con los tres partidos disputados ganados. Y de entre estas, destaca la primera, con mayor diferencia de goles aunque Uruguay sería la que presenta mejor cartel con su puerta imbatida.

Yo, que de fútbol sé poco pero de adivino no tengo nada, planteo un razonamiento sui géneris para determinar el campeón. Mis predicciones no pasan por ver qué equipo llega más fuerte a la siguiente ronda sino todo lo contrario. Una vez hecha la primera criba, creo que debido a la singularidad del comportamiento humano, los que van a llegar más lejos son los que peores resultados presentan y que, en consecuencia, más han sufrido y más duras críticas han recibido de los suyos.

Pienso que del sufrimiento para llegar a octavos y de los errores cometidos van a sacar sus mejores armas para hacer de tripas corazón y ofrecer lo mejor de cada uno. Sin embargo, los halagos que habrán recibido los que han pasado más holgadamente harán que se amanse el furor inicial. El halago aburguesa. La crítica y las expectativas no cumplidas, si se afrontan, hacen sacar lo mejor de cada uno. Por eso, mi apuesta es para el equipo que peores resultados ha tenido en la primera fase y más ha sido vilipendiado a pesar de atesorar jugadores de altísimo nivel. Es el equipo que ha pasado con menos puntos (solo 4) de los 16 contendientes que siguen en liza en la competición.

Es el equipo que atesora peor gol average (más goles recibidos que marcados). Es el que, por lo devoto de su afición y periodistas, más duras críticas ha recibido. Todo un compendio de ingredientes negativos como para dar la vuelta a la situación y demostrar lo que valen ¿adivinan de quién hablo? De Argentina. Si la inteligencia artificial se equivoca, yo también tengo el derecho. Aunque, esta vez, me gustaría que ella acertara.


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