El veterano y querido actor español José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) para quién los ciudadanos “debemos reflexionar y pensar a quién coño le damos los votos” en una entrevista concedida en el transcurso del 46º Festival Internacional de Cine de Huesca, que le ha galardonado con el premio honorífico Luis Buñuel, el pasado domingo y a preguntas de un periodista dijo: “Los cabecillas del procés son unos impresentables, empezando por el señor Torra” para continuar diciendo: “No sé puede proclamar una república como quien anuncia las fiestas de su pueblo”.
No iba muy desencaminado José Sacristán al catalogar a los cabecillas del procés como unos impresentables oído lo dicho y visto lo hecho por alguno de los propios protagonistas que han ido largando estos últimos días sobre la ilegal declaración unilateral de independencia.
La exconsellera de Ensenyament, actualmente huida en Escocia para no hacer frente a la responsabilidad de sus actos, Clara Ponsatí señaló hace treinta días, según recogió el medio digital L'Unilateral en un acte celebrado en Londres, en el que participó mediante videoconferencia, que el Govern, el pasado otoño en el que se sucedieron el referéndum del 1-O y la declaración de independencia, estuvo “jugando a póquer” con el Estado español y que la parte catalana "iba de farol". Es decir, no contaban con la fuerza suficiente como para llevar a cabo sus planes, o sea que la Generalitat no tenía medios para hacer efectiva la secesión, a pesar de la declaración del Parlament.
Mintieron a sabiendas a todo el pueblo catalán, lo que para ellos era un simple y vulgar juego, lograron que casi dos millones de catalanes se creyeran que era posible, viable y hasta deseable e imprescindible y que esta descabellada “jugada de póquer” en sus propias palabras se trasladara con toda su maldad hasta Valencia y las Illes Balears. Y siguen haciéndolo.
Uno de los despropósitos del llamado procés ha sido la elección del supremacista Torra, cuyos escritos han convencido a muchas de las personas que los han leído que es un fascista, un xenófobo y un racista de todo y lomo. Para saber si un discurso suyo es racista o no puede hacerse una prueba muy sencilla. Se coge uno de sus textos y donde pone España o españoles se sustituye por judíos, gitanos, homosexuales o negros y se vuelve a leer a ver como suena. Si les parece que llamar bestias a los negros o a los homosexuales o decir que los judíos o los gitanos solo saben expoliar no es racista, entonces no, el discurso del señor Torra no es racista. Y si le queda alguna duda lo que tienen que hacer es leerlo a una tercera persona sin decirle quien es el autor ni el sujeto original al que se refiere a ver qué cara pone.
La penúltima que han hecho.
El Pleno del Congreso debatía este martes una moción presentada por ERC en la que insta al Ejecutivo a establecer un diálogo "sin condiciones y sin renuncias" entre "el Reino de España y la Generalitat de Catalunya" como solución a la crisis política en esa comunidad. Durante la defensa de esa iniciativa, el portavoz de ERC, Joan Tardà, ha pedido al Ejecutivo establecer un diálogo "sincero y sin eufemismos" con la Generalitat de Cataluña en el que se hable de "todo", y no sólo de "muchas cosas", como ha planteado el presidente, Pedro Sánchez. Mientras el president Torra y la guarda de paniaguados que le acompañaban protagonizaban un desencuentro y demostraba su falta de vergüenza y su mala educación marchándose en medio del discurso del embajador español ante el Instituto Smithsonian en Washintong. El incidente en la capital de Estados Unidos llegó solo unos días después de que el director del Folklife Festival asegurara a este diario que se había pedido a los representantes de las culturas invitadas que no politizaran el festival. Justo lo que sucedió. El tropel que acompañaba al Torra, Torra incluido, en contra de los que se les había pedido, irrumpieron en cánticos fanáticos, gritos, pataleos y pitidos y no dejaron hablar al embajador de España en Estados Unidos. Todo ello por no estar de acuerdo con lo que el embajador estaba diciendo.
No quieren diálogo, quieren sumisión a sus locas propuestas y si quieren hablar de todo, ¿Qué hay de hablar de devolver las competencias en educación al Estado?, ¡nada!, ¿verdad?.