OPINION

Cuando el secreto no es una opción

Jaime Orfila | Sábado 26 de mayo de 2018
Ha expirado el plazo dado por el nuevo reglamento europeo de protección de datos personales (RGPD). Hasta hoy, las empresas y la administración han podido actualizar la información disponible y pedir el consentimiento expreso a sus clientes, para adecuarse a su cumplimiento. Los usuarios tienen a su disposición una potente herramienta que les permite controlar la información personal que ceden.

Vaya si lo hemos notado. El bombardeo de correos informando de los nuevos derechos y pidiendo el consentimiento para la utilizar nuestros datos ha sido incesante. De hecho, nos ha servido para conocer el número de bases de datos en la estamos registrados y que guardan unos datos personales que nos identifican de forma inequívoca.

El reglamento es de obligado cumplimiento en la UE y se puede aplicar a empresas de terceros países a las que obliga a tener un responsable.

Refuerza el derecho al olvido. Introduce la portabilidad y la suspensión cautelar de uso. Recuerda el papel que juegan los padres y tutores en los menores. Contemplan advertencias, apercibimientos y multas administrativas de hasta 10 millones de euros. La AEPD ya ha informado que centrará sus inspecciones en el sector salud, las telecomunicaciones y las instituciones financieras, estudiando lo casos de forma rigurosa.

En determinadas profesiones, como en la medicina, el secreto profesional es obligado y se debe mantener para garantizar los derechos del paciente. y la información que han recibido de sus clientes. El secreto profesional se mantiene incluso en un juicio. No es por casualidad que en el juramento Hipocrático se menciona – “todo lo que viere u oyere en mi profesión o fuera de ella, lo guardaré con sumo sigilo”.

Sin duda, estamos en un momento revisionista y hay que aprovecharlo para analizar lo que estamos haciendo e identificarlo. El margen de mejora es muy importante y no podemos desaprovecharlo.

Noticias relacionadas