OPINION

A contracorriente

Sebastià Salas | Martes 27 de marzo de 2018

Dicen que los salmones en la etapa final de su vida nadan a contracorriente río arriba para fecundar y poner huevos. Un previo paso a su muerte. Lo hacen después de haber vivido toda su vida en el mar. Vuelven al origen, donde fueron desovados. Al río, fuente de riqueza alimentaria y espacio de seguridad. No obstante, el camino de regreso no es nada sencillo, deben enfrentarse a plantas, rápidos y corrientes. Aun así, no desoyen su instinto y prosiguen.

Una de las ventajas de vivir en un mundo saturado de información es la facilidad que tenemos para dejarnos llevar por la corriente. Los medios de comunicación de masas, ayudados a su vez por las redes sociales nos conducen hacia deducciones o planteamientos muchas veces extremos o fundamentalistas. De leer el periódico más afín a nuestro ideario, a mirar las noticias en nuestra cadena favorita para finalizar interactuando con tuits de seguidores –que nunca opositores– de pensamiento similar. La masa, en un círculo vicioso, nos guía el camino de lo que debemos pensar. Y digo círculo vicioso, porque todos pertenecemos a la masa, de la que no podemos huir. Y, al mismo tiempo, conformamos opinión para otros. Somos receptores y al mismo tiempo productores de información.

Uno de los ejercicios más interesantes de las ligas de debate o ligas de oratoria es tener la capacidad de empatizar –distinto de tener empatía– con otras ideas o planteamientos. Y digo interesante, porque puede llegar a ser fascinante recrear supuestos o hipótesis donde otras tesis opuestas a las nuestras se cumplen. Ese momento, en que las aceptas. Y lo más importante, ese momento en que las comprendes –distinto de compartir–. Les invito a que prueben este sencillo juego con cualquiera de sus opiniones cotidianas. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando más se requiere esta empatía o esta visión moderada es cuando desaparece de la sociedad. Esta semana, tenemos gente festejando y exhibiendo las cabezas de adversarios políticos. Al tiempo que tenemos otros dramatizando e incluso exagerando sobre los atributos o cualidades del Estado. Procuro medir las palabras, porque ante momentos tan complejos, sólo faltaría añadir más leña al fuego. Estas tendencias informativas que nos hacen ser blanco o negro. De los míos o de los otros. Estas tendencias que esta semana han provocado tristeza, pesadumbre e inquietud ante sociedades fragmentadas.

Les citaba al principio del artículo, el ciclo vital de los salmones. Y me pregunto. ¿No podríamos hacer algo parecido en la sociedad? Nadar en contra de las grandes corrientes de opinión. Esas que nos polarizan y dividen. Esas que dificultan la convivencia, que al final es el día a día con el vecino. Para volver a ‘nuestro río’, espacio de seguridad y de progreso. No haré esta petición ni a políticos ni a periodistas. Ni tan solo a fanáticos. Pero ¿qué hay acerca de ti?

He dicho.