Estos días toda la sociedad está conmocionada por el caso Gabriel, uno de estos casos que pareciera sacado de una novela de terror de los años 40, cuando el “sacamantecas”, estaba en la cabeza de todos los españoles.
Y es que las pasiones humanas tienen estas cosas y nos encontramos con monstruos sin escrúpulos que son capaces de cualquier cosa, por distintas causas.
No obstante no deja de sorprenderme los comentarios de la mayoría de la gente cuando salen a la luz temas como estos: “yo nunca sería capaz de hacer algo así”.
Esto me ocurrió este lunes mientras daba un curso de Inteligencia Emocional en una empresa en Palma y mis alumnos me bombardearon a preguntas sobre el tema y yo les respondí: ¿estáis seguro que no seríais capaces?, ¿se puede llegar a matar por celos? y ¿qué son los celos realmente?.
Pues bien, desde mi punto de vista, no le han llevado los celos, a la Sra. Ana Julia Quezada, a cometer semejante barbarie, sino que ha sido algo mucho más primitivo que eso, han sido sus emociones básicas, su miedo y su ira las que le han llevado a cometer semejante atrocidad y por ello mi pregunta es la siguiente, ¿podríamos cualquiera de nosotros cometer una monstruosidad así?.
No es más que MIEDO, un miedo descomunal a la pérdida, a perder lo que tenemos o a la persona que amamos. Por celos se han cometido atrocidades en la historia y es el miedo lo que nos puede llevar, junto con la ira a vivir situaciones realmente kafkianas.
Algo me dice que, la gran mayoría de nosotros, si podríamos hacerlo, aunque ahora nos parezca que no y el planteamiento sea totalmente absurdo.
Obviamente no podemos saber que pasaba por la cabeza de esta mujer, ni como se ha podido mantener en calma durante estos días, mientras veía como, teóricamente la persona a la que amaba, sufría por la desaparición de su hijo, pero si sabemos algo y es que todos nosotros, en un caso extremo, como animales que somos, cuando desaparece nuestra parte racional, podemos ser capaces de cualquier cosa si vemos peligrar nuestra integridad y seguridad.
Y por alguna razón, esta mujer sintió esto y su ira desmedida, le llevó a cometer semejante crueldad.
Por supuesto que esto no es excusa ni le inhibe de culpa, ni hace que su delito sea menor, no obstante es cierto que la mente humana, puede en un momento dado, verse cegada por alguna de nuestras emociones básicas y transformarnos en algo que ni en nuestras peores pesadillas pudiéramos imaginarnos que llegaríamos a ser.
Ahora solo queda que la justicia, la que se formó a través del raciocinio humano, haga justicia y dicte sentencia, como juez y parte de este caso.
Pero queda para la reflexión de todos este pensamiento, ¿de qué seríamos capaces si nos viéramos en una situación similar y el sentido común fuera el menor de nuestros sentidos?.