Asco y nauseas estos días al encender la televisión o dar un paseo por las redes sociales. Con el caso del pequeño Gabriel los medios de comunicación y sobre todo las televisiones han hecho que el caso de la desaparición y asesinato de un niño se haya convertido durante casi dos semanas en un circo mediático cargado de morbo, sensacionalismo y bajas pasiones. Desde la mañana hasta la noche nos han estado informando de cada detalle, nos han contado la vida y miserias del pequeño Gabriel, de su familia y de su entorno. Nos han calentado al máximo y cuando por fin han encontrado a la asesina la olla a presión ha estallado y nos ha salpicado a todos en la cara.
Hemos pasado de pintar y colgar pececitos de colores a desear muerte y sufrimiento a la asesina. Ya de paso nos hemos cagado en su raza, en su procedencia y hemos atacado al movimiento feminista porque ¡¡Es una mujer!! Las redes sociales se han convertido en un vertedero de podredumbre. La desvergüenza y el odio han hecho que personas supuestamente normales, íntegras y decentes hayan sacado su peor cara y se hayan pasado el respeto, el estado de derecho y los derechos humanos por el arco del triunfo. Por no hablar de la turba que se apelotonaba a las puertas del cuartel de la Guardia Civil pidiendo que les entregaran a la sospechosa para aplicarle la justicia del pueblo. En España nos la damos de modernos y civilizados y a las primeras de cambio se nos cae la careta y nos mostramos tal como somos en realidad. ¿Cuál es nuestra verdadera cara?
Algún día habrá que pasar cuentas con las anarosas, las susanagrisos, los ferreras y los marlascas varios por jugar así con el asesinato de un pobre niño para rascar audiencia aunque esta esté manchada de bilis y sangre. No vale todo por el share. Desde aquellas imágenes desde el teatro de Alcásser hace casi 30 años no habíamos vivido un espectáculo tan crudo y bochornoso. La televisión española apesta y esta vez no se libra ninguna de las grandes cadenas. De todo este espectáculo me quedo con las palabras llenas de amor de la madre de Gabriel pidiendo tranquilidad y buscando paz con una generosidad infinita.