Joana Maria Borrás | Domingo 25 de febrero de 2018
Los “antisistema” tienen esto: el día que se peinan como los demás se convierten en uno más del montón. Aunque tener que ir a Suiza para encontrar un buen peluquero no deja de ser exagerado porque hay profesionales aquí que, como los de allí, son buenos e incluso más, porque están acostumbrados a lidiar con flequillos de medidas varias.
Pero si salir del País para peinarse me parece exagerado, salir del País para avergonzarnos me parece indecente. Es tan absurdo como tirarnos a la vía pública cuando pasa el autobús para que nos atropelle y salir en televisión después diciendo que el autobús nos perseguía para atropellarnos. Pero la indecencia de la situación va más allá porque pretenden tomarnos por tontos a todos, no sólo a los que lo son habitualmente, sino a todos.
El cambio de imagen radical e inteligente (porque los Suizos no llevan varios años viendo ese flequillo antisistema cada día en sus televisores), es poco creíble aquí en este País que ha padecido la disparatada verborrea de Anna Gabriel. Su discurso constantemente destructivo, antítesis de cualquier posibilidad de consenso, ha minado día a día el Gobierno catalán. La CUP se ha convertido en una carga demasiado pesada para el independentismo moderado.
No se puede ni construir ni consolidar un País con garantías de éxito, desde los extremismos más feroces y virulentos. Anna Gabriel no ahuyenta lobos y fantasmas sino que los atrae con la fuerza de un imán, su discurso es el mejor caldo de cultivo para la intolerancia de la derecha y entre ellos se retro alimentan porque hablan el mismo idioma: el de la confrontación sin reglas y sin respeto hacia los demás.
Como saben quienes cada domingo leen mis artículos, estoy totalmente en contra de la judicialización de la actividad política, y más en contra aún de las penas de cárcel por todo lo acontecido en Catalunya durante los últimos meses. Dicho esto sigue pareciéndome indecente que quien carece de valores suficientes para construir algo positivo, nos intente dejar en ridículo ante la comunidad internacional. Flaco favor le hace a su propio País (Catalunña), presentándose en Europa con el victimismo propio de quien verdaderamente es perseguido en su País. Flaco favor también a los que realmente son perseguidos en Países dónde antisistema como ella gobiernan de forma dictatorial y antidemocrática. Flaco favor en definitiva cuando utiliza las instituciones e instrumentos democráticos puestos al servicio de la justicia, para conseguir el fin injusto que pretende.
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