OPINION

¿Dónde está Wallydemont?

Joana Maria Borrás | Domingo 04 de febrero de 2018

Wallydemont es, a estas alturas, la imagen reflejada en un espejo de cualquier mediocre endiosado por ocupar un cargo público. Hay que emborracharse mucho y mal de poder, para creerse depositario de la grandeza de los “grandes”, y auto convencerse creyendo ser un número uno por el simple hecho de haber pasado a la primera línea de combate (por pura casualidad se diría).

Wallydemont no llego dónde está por su acreditada valía (que puede que la tenga), sino porque un Artur Mas herido de muerte (políticamente hablando), necesitaba un relevo rápido, indiscutido y sin cuestionar dentro de sus filas. Suelo recelar de aquellos que se llevan bien con todo el mundo, no me gustan. Prefiero a los que se definen dentro y fuera, aunque se equivoquen e incluso, aunque cambien de opinión o de Partido si hace falta.

Wallydemont fue el relevo más cómodo para una situación harto incómoda. Ese paso atrás de uno más grande que él, le lanzó a una carrera vertiginosa para la que seguramente no estaba preparado. En un momento en el que el partido era deglutido y languidecía manso en las fauces de una boa (ERC y la CUP respectivamente), y como en ese dibujo de “El Principito” en el que todos confundían al elefante engullido dentro de la boa, con un sombrero, Wallydemont se puso el mundo por montera, se caló el sombrero sin ver nada más allá de sus narices y después de una declaración unilateral de independencia (DUI), se largo sin más a otro país como si fuera el único espectador en la sala, o el único actor en el escenario.

Ahora Wallydemont va de un sitio a otro agotado (porque Bruselas no es Girona), y comienza a darse cuenta de que el sombrero con el que se marchó, no era un sombrero sino un elefante engullido por una boa. Mientras, el patio de butacas se mueve inquieto porque a quien más quien menos se le han quitado las ganas de salir a escena en esa obra improvisada en un alarde de autoridad y prepotencia sin precedentes.