OPINION

‘Mis vivencias como canario en las elecciones catalanas’

Igor Suárez | Viernes 29 de diciembre de 2017

Pasada la resaca electoral de las pasadas elecciones intento ordenar mis recuerdos para plasmar mis vivencias en tierras catalanas.

Tuve la inolvidable oportunidad de colaborar en las elecciones del pasado 21D y me desplacé hasta Barcelona donde me alojé durante unos días. El traslado diario en tren, metro o autobús me posibilitaba pulsar de primera mano el ambiente que se respiraba en las calles. Me resultaba extraño, que a pesar del convulso momento político que se vivía, no era demasiado habitual que la gente hablase públicamente sobre las elecciones. Se veía algún lazo amarillo en una solapa, de cuando en cuando, pero el silencio predominaba en cualquier reunión hecha en la vía pública.

En mis días en Cataluña entablé conversación con diferentes personas, presentadas por buenos amigos que tengo allí, y en la mayoría de las ocasiones me explicaban que habían vivido de primera mano discusiones con amigos y familiares por hablar de política, un ámbito en el que las conversaciones cada vez estaban más marcadas por un asunto que divide a los ciudadanos.

Comprobé con tristeza como muchas personas, que se avienen cuando se trata de hablar sobre lucha contra la corrupción, de fomentar la innovación o de acabar con las listas de espera en Sanidad o Dependencia, se enfrentaban hablando de la contienda electoral, centrada en el ‘procés’. La posverdad nacionalista había calado en todos los aspectos de la vida pública y resultaba complicado en algunos ambientes exponer y enfrentar opiniones.

Me resultaba curioso los mantras a los que se recurren para justificar la idea de la de la independencia: “España nos roba, las pensiones en Cataluña peligran por culpa de Madrid, quieren eliminar el catalán de las escuelas”, o directamente, como es habitual en los líderes separatistas, negando la condición de demócratas al que resultó ser el partido más votado, Ciudadanos. Éstas eran el “Top Four” de las frases más repetidas.

El día antes de las elecciones, a las cuales acudía como apoderado a uno de los colegios, debo admitir que estaba un poco nervioso, puesto que desconocía qué me iba a encontrar.

Lo cierto es que el ambiente que viví en mi colegio electoral fue bastante educado y estuvo ajeno a tensiones. Desde el primer momento intenté integrarme con los apoderados de las otras candidaturas, presentándome a todos ellos e intentando que hubiera un ambiente de cordialidad, a pesar de mantuviésemos pensamientos políticos diferentes. Tuve la oportunidad de charlar con representantes de otros partidos, y la sucesión de los mismos mantras que antes mencionaba era continua.


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