OPINION

La maté porque era mía

Jaume Santacana | Miércoles 04 de octubre de 2017

Algunas claves para entender el referéndum de autodeterminación de Catalunya:

“Ahora que os hemos asimilado, parece razonable que el dinero que os gastabais en guerras contra nosotros nos lo paguéis, a partir de este momento, en forma de impuestos”.

Conde Duque de Olivares, 1625.

“En tanto que en Cataluña quedase algún solo catalán, hemos de tener enemigo y guerra. El catalán es la criatura más triste y miserable que Dios crió”.

Francisco de Quevedo, 1640.

“Barcelona ha de ser bombardeada cada cincuenta años”.

General Baldomero Espartero, 1842.

“Transformaremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica y Barcelona en un inmenso solar”.

General Queipo de Llano, 1938.

“Todos los catalanes son una mierda”.

Luís de Galinsoga, director de La Vanguardia, 1968.

“Barcelona es preciosa. Una lástima que esté en Cataluña”.

Manuel Fraga Iribarne, 1968.

“Me gusta Cataluña a pesar de los catalanes”.

Santiago Bernabeu, 1981.

“El terrorismo en el País Vasco es una cuestión de orden público, pero el verdadero peligro es el hecho diferencial catalán”.

Felipe González, 1984.

“La bestia (Cataluña) seguirá pidiendo todo esto y lo que se tercie hasta que deje de existir”.

Xavier Pericay, diario ABC, 2005.

“Que Corea del Norte dispare a Cataluña. No hay huevos, Kim, ¡venga, dispara ya, que así ganamos todos. Dispara ya, bola de sebo, barrilete. A ver si tienes huevos...!”.

José Antonio Fuster, tertuliano de Intereconomía Televisión, 2017.

Creo, humildemente, que estas rotundas afirmaciones podrían servir de base a unas futuras negociaciones entre el Govern de Catalunya y el Gobierno de España. Las citadas opiniones objetivas deberían ponerse sobre la mesa, ya de entrada, para iniciar conversaciones fructíferas en un salón isabelino presidido por un cuadro enmarcado en oro con una frase propicia a la situación que rezara “esto es un asunto interno del Estado español”, firmada por la Comunidad Europea.

Es mi modesta propuesta, en el supósito de que dicho diálogo o cháchara, o parloteo o charla o palique llegara a producirse antes de que Catalunya se haya marchado o, mejor dicho, que la hayan echado del mapa.

Simplemente, he querido poner mi granito de arena. De nada.


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