OPINION

La estafa energética

Francesca Jaume | Lunes 23 de enero de 2017

Si tenemos en cuenta que los regímenes comunistas sólo se sostienen con un gobierno dictatorial, es lógico que uno prefiera un sistema marcado por el libre comercio. A pesar de ello, el mercado liberal ha padecido y padece los mil improperios por ser el presunto culpable de los males que azotan las economías domésticas actuales. La brutal subida del precio por kilowatio en la reciente ola de frío ha sido el último capítulo.

No estoy de acuerdo. Y no lo estoy porque lo que tenemos hoy en día en absoluto considero que sea un mercado liberal.

El liberalismo político nació como contestación al sistema conservador, nació por el anhelo de una sociedad más igualitaria en la que no existiera privilegios por nacimiento. (No explicaré sus orígenes porque para eso está la memoria para los que lo hemos estudiado y wikipedia para los que no). Y, aunque es verdad que los liberales ingleses del s. XVII hoy se considerarían ultraconservadores, no está de más actualizar sus principios teóricos.

Cogiendo como ejemplo la situación del mercado energético actual, ¿Realmente estamos ante un estadio liberal? Me aventuro a decir que lo que realmente tenemos es un mercado ultraconservador donde, a pesar que las reglas del juego marquen un Estado Social y Democrático de Derecho, en realidad el ciudadano de a pie es presa de un oligopolio que manipula las reglas del mercado a su antojo para seguir teniendo una posición de supremacía que se traduce en altos réditos económicos gracias a la opresión del más débil.

Durante estos días, y a propósito de la subida del precio de la electricidad, han corrido por las redes sociales esquemas con todos los expolíticos cuyos huesos han ido a parar a consejos de administración de las eléctricas, ello como justificación a los altos precios que tenemos que afrontar. Por lo tanto, en absoluto estamos ante un mercado liberal donde la oferta y la demanda se regulan. No, lo que tenemos es un concierto de empresas -como en otros sectores- que se ponen de acuerdo para que la ley, teóricamente igualitaria, no les perjudique a la práctica, más bien al contrario. Comprar al legislador y al ejecutivo es una manera muy efectiva de conseguirlo, por supuesto.

Existen mecanismos, como son la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia o los tribunales de justicia ordinarios, que tienen por labor velar por el cumplimiento del estado de libre competencia -recordemos que en verano se impuso una fuerte sanción a rent-a-cars por concertar precios- aunque a la práctica muchas sanciones son inferiores al lucro obtenido merced de prácticas ilegales.

Por lo tanto, no falla la teoría, falla la práctica. Este mercado liberal en teoría, no lo es en la práctica. Ello, gracias a la colaboración de la diestra y la siniestra.


Noticias relacionadas