OPINION

El futuro de nuestra sociedad

Agustín Buades | Domingo 15 de enero de 2017
Para garantizar la continuidad de nuestro Estado de Bienestar debe haber medidas políticas eficaces. En la actualidad, el sistema público de pensiones depende de la recuperación económica del país, del empleo que se genere y de la aplicación de políticas de natalidad que supongan un impulso para la demografía española.

El envejecimiento de la sociedad y la falta de nacimientos han provocado la inversión de la pirámide poblacional. La esperanza de vida cada vez es mayor, el número medio de hijos por mujer desciende paulatinamente con el paso del tiempo (actualmente está en 1,33).

El capital humano, que es cada persona que forma parte de la sociedad, incide de manera directa en el crecimiento económico de un país: población activa, por tanto futuras pensiones; progreso técnico (a mayor número de nacimientos, más creación e innovación en el futuro); reemplazo generacional o la atención a mayores o dependientes miembros del núcleo familiar.

Según el informe del INE sobre la proyección de la población española entre 2014 y 2064, de seguir así, el porcentaje de población mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 18,2% pasaría a ser el 24,9% en 2029 y del 38,7% en 2064. Entre 2014 y 2028 nacerían en torno a 5,1 millones de niños, un 24,8% menos que en los 15 años previos. En 2029 la cifra anual de nacimientos habría descendido hasta 298.202, un 27,1% menos que en la actualidad. En este momento somos alrededor de 46 millones de habitantes pero a partir de 2050, si no se hace nada por evitarlo, seremos 40 millones.

Los gobernantes tienen la responsabilidad de incentivar lo que es bueno para el bienestar y desincentivar lo que no lo es.

Se han propuesto una serie de medidas de apoyo a la natalidad. Desde favorecer la estabilidad matrimonial, hasta profundizar la legislación en apoyo de la familia con necesidades especiales, sobre todo, la familia numerosa, con cargas de dependencia y/o la monoparental sobrevenida o impulsar políticas de fomento y apoyo a aquellas familias que se hagan cargo de la atención de sus mayores, estimulando la convivencia entre las diferentes generaciones en el hogar familiar. Ahora sólo falta que nuestros políticos actúen con verdadero sentido de la responsabilidad.

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