Los científicos creen que las toxinas liberadas por los vehículos y el sonido del tráfico incrementan los niveles de estrés y desemboca en un aumento de la presión arterial de las embarazadas.
El estudio, llevado a cabo con 73.000 gestantes, ha establecido por primera vez un vínculo entre el tráfico y la preeclampsia, una enfermedad que provoca hipertensión y otros trastornos en la mujer, y analiza el impacto que la contaminación del aire y el ruido tienen sobre la salud, según ha publicado el diario británico Daily Mail.
Se calcula que la preeclampsia afecta aproximadamente al 5 por ciento de las mujeres embarazadas. Además de dañar órganos como el hígado y los riñones, también puede afectar al cerebro y, en los casos más graves, puede generar complicaciones que pueden poner en peligro la vida del feto y de la madre.