OPINION

La globalización y yo

Jaume Santacana | Miércoles 23 de noviembre de 2016

El ya casi expresidente de Estados Unidos, Barak Obama, visitó, la semana pasada, Grecia dentro de su gira de despedida por el mundo mundial. Paseando por las ruinas de la Acrópolis ateniense, el mandatario americano realizó unas declaraciones a los periodistas que le acompañaban en su paseo arqueológico, en las que soltó una frase que, una vez leída, me hizo reaccionar con premura. Obama dijo textualmente: “es necesario que la globalización rectifique el rumbo para evitar las desigualdades”. En esas, que un servidor -con ganas de ayudar- se acordó de que en mi agenda del móvil tenía el número de teléfono que, un buen día, ella me ofreció después de que yo le hiciese un pequeño favor que ahora mismo no viene al caso. Así que, sin más, no lo dudé ni un instante y me puse en comunicación con ella.

- “Globa”, ¿dígame?

- Hola, ¿qué tal?, no sé si te acordarás de mí. Soy Santacana. Te tiré un cable cuando aquello de la manifestación contra los chandales en Santa Pola, en Alicante. ¿Me recuerdas, ahora?

- Sí, claro, ¿cómo no iba a recordar tu desinteresada acción en aquel desagradable asunto? Aquellos imbéciles protestaban por la masificación del vestuario, ¡menuda memez!

- Pues bien, ahora te llamo porque Obama, el que se va, ha hecho unas declaraciones en que te pide que cambies tu rumbo para evitar desigualdades.

- ¿Que cambie mi rumbo? ¿Hacia dónde tengo que ir?

- No lo sé; no estoy seguro, pero me temo que lo que exige es que, en lugar de proseguir tu senda hacia la unificación y uniformización total del planeta, intentes dejar algún espacio para la preservación de ciertas identidades que no se dejan avasallar así como así.

- ¿Identidades? ¿A qué se refiere este buen hombre? ¿No le hice bastante favor permitiendo que su negrura no fuera impedimento para llegar donde llegó?

- Ya, sí; pero creo que lo que insinúa es que para reducir las desigualdades existentes en el mundo -o sea, unificar más las cosas, así en general- reduzcas la disparidad de marcas que hoy en día existen en el mercado. Cierto que los núcleos urbanos de todas las urbes de la Tierra registran una unidad nunca vista en lo que refiere a las grandes firmas internacionales; no hay más que ver los escaparates de los Zaras, Vuitones, McDonalds, Chaneles y -parece coña- los Desiguales. Por este motivo, creo que lo que pide el yanqui es eliminar tanta diversidad y crear una sola marca que los una a todos. ¿Me entiendes?

- Oye, Santacana: ¿no estará hablando de las desigualdades sociales, es decir, las diferencias entre los pobres y los ricos de siempre

- ¡No, hombre, no. No seas zoqueta! Obama refleja el sentimiento común de la audiencia, o sea el pensamiento global, tu propio método: una sola marca, un solo país, un solo color, una sola creencia religiosa, un solo vestuario, una sola música. Eso ya el Caudillo lo plasmó en su célebre eslogan “Una, Grande y Libre”.

- Vale, vale. Déjame que lo piense. Eso va en mi dirección y voy a intentar enderezar el rumbo hacia estos derroteros. Lo que no voy a consentir es que la única diferencia entre los humanos deje de ser la consecuencia de los distintos niveles del tráfico de dinero. Me costó un gran esfuerzo inventarme la ONU, la UE, la FAO, la UNESCO y, si me apuras, España. La desigualdad social es intocable. Es en la diversidad que existe la unidad o, lo que es lo mismo, la yo, la globalización

- Oye, “Globa”, haz lo que puedas. Yo ya he hecho lo que tenía que hacer que es pasarte la información. Ahora tú a lo tuyo.

- ¡Merci, Santa, amigo!


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