OPINION

Articular una democracia real

Juan Pedro Sánchez | Miércoles 23 de noviembre de 2016

El desafío que tiene ante sí Unidos Podemos es, por tanto, enorme. Le corresponde ejercer de oposición desde el parlamento y, a la vez, contribuir a la apertura del nuevo ciclo de protestas que parece anunciarse. Tareas ambas en absoluto incompatibles y que deberían articularse no solo en términos reactivos sino también proactivos; o sea, acompañados de propuestas.

Después de la rendición del Susanato ante el Gobierno del Partido Popular, es evidente que la fuerza política de oposición será claramente Unidos Podemos. Pero la pregunta que debemos hacernos sería la siguiente: ¿debemos ser sólo fuerza política de la oposición, esto es, en el Congreso de los Diputados? La derecha política, social y mediática siempre intenta llevarnos a su terreno, introducirnos en su juego, que aceptemos sus reglas, su lenguaje y sus procedimientos. No podemos caer en ese juego. Hasta Mariano Rajoy, en su discurso de investidura del jueves 27 de octubre, dejó caer algo así como que si los manifestantes de Rodea el Congreso se sentían o no representados por la fuerza política de Pablo Iglesias.

Para entenderlo mejor, hagamos primero un poco de historia. El relato es bien sencillo. Durante la segunda legislatura de Zapatero se levantó el Movimiento 15-M como expresión popular por el descontento general hacia las políticas practicadas por el bipartidismo, pero enseguida, dichas fuerzas políticas retaron a los representantes de dicho movimiento social a presentarse a las elecciones. Dicho reto sólo era una pura fachada, porque desde que se materializó la convocatoria popular en expresión política con el surgimiento de Podemos, la oligarquía, el bipartidismo y las élites económicas y sociales que forman esa casta que nos gobierna, no han hecho más que poner palos en las ruedas, intentar desprestigiar a la formación morada, y lanzar todo su ejército de medios de comunicación a su acoso y derribo.

Pero no contentos con ello, y ante la creciente representación parlamentaria de Unidos Podemos en prácticamente todas las Instituciones (Ayuntamientos del cambio, Comunidades Autónomas en co-gobierno con otras formaciones, representación en el Congreso y en el Senado, etc.), el bipartidismo (ahora expresado mediante la triple alianza PP-PSOE-C's) y los poderes fácticos situados tras ellos, intentan ahora alejar la representación política de Unidos Podemos de su representación popular, argumentando poco menos que es una contradicción que estén en el Parlamento y en la calle, que han de elegir entre uno u otro, porque estar en ambos es una contradicción. Y así, ante la pasada convocatoria de la Coordinadora 25S a manifestarse durante la misma tarde de la investidura de Rajoy, y ante las declaraciones de los líderes de Unidos Podemos de apoyar dicha manifestación, la Vicepresidenta Sáenz de Santamaría dijo que "era como criticarse a ellos mismos", y Albert Rivera manifestó: "Nos pagan para trabajar dentro del Congreso, no para estar fuera protestando". Por su parte, Celia Villalobos (PP) dijo a Unidos Podemos que no se puede estar en el Parlamento y en la calle al mismo tiempo. El mensaje de la derecha pretende de nuevo confundirnos y llevarnos a su terreno. Pretenden que dejemos de estar en las calles, pretenden que dejemos de representar a aquéllos que nos han votado, tal como hacen ellos. Jamás un partido político que desee representar a la gente puede olvidarse de la movilización popular y ciudadana.

Y así, engañosamente, se pretende que nos convirtamos, al igual que ellos, en políticos que no representan más que a los grandes poderes económicos, que los sostienen y los financian, con la condición de que se alejen de la calle, de que se olviden de las promesas electorales, de que renuncien a representar a aquéllos que les votaron. Jamás un partido de izquierdas que se precie de serlo puede caer en dicha estrategia. Porque curiosamente, aquéllos que postulan dicha forma de entender la política, son los mismos partidos a los que no les preocupa nada estar presente en el Parlamento y en los grupos financieros, en los Consejos de Administración, en todo tipo de lobbies representativos de los intereses de la gran empresa, o en cualquier otro tipo de actividad que consideren oportuno. Pero se olvidan de que el Movimiento 15-M es un contrapoder, al igual que los movimientos sociales, o cualquier otra organización producto de la sociedad civil organizada, y que lucha porque se atiendan sus demandas ciudadanas. Y así, asociaciones de vecinos, AMPAS, ONG's, agrupaciones de colectivos, asociaciones de mayores, de jóvenes, de mujeres, de dependientes, colectivos profesionales, etc., todos tienen derecho a ser escuchados, y no sólo los representantes de los grandes agentes económicos. Y eso es justo lo que ha de hacer Unidos Podemos si desea de verdad continuar siendo una alternativa real de gobierno. En resumidas cuentas, se debe plantear la batalla tanto desde dentro de las Instituciones, como desde fuera de las mismas.

La unidad electoral, de esta forma, debe complementarse con la unidad de acción, con la unidad en la lucha, con la unidad social. De forma pacífica pero contundente, con firmeza y con determinación, y con plena coherencia entre demandas y actuaciones, la izquierda debe estar presente en las calles y en las Instituciones. Desde los lugares de trabajo, en las juntas vecinales, en los colegios y en la Universidad, en los mercados y en los polígonos industriales. La fuerza de la oposición se construye así, con ideas, con valentía, con coherencia y con representación en todas las facetas de la vida social.

Debemos, por tanto, ser fuerza política de oposición, en el Congreso, pero debemos configurarnos como una fuerza política de Gobierno. Y eso pasa por no defraudar no sólo en las Instituciones donde Unidos Podemos tenga presencia, sino también en la calle. Debemos estar en el Congreso, pero también en las plazas, calles y avenidas de nuestras ciudades. Debemos estar en el Senado, pero también en los pequeños pueblos y en sus comarcas. Debemos estar en las Comisiones de trabajo de las Cortes, pero también en los centros de trabajo, en las huelgas, en las movilizaciones y en las mareas ciudadanas. En resumen, debemos hablar en las más altas tribunas, pero también en los foros más humildes. Sólo siendo un auténtico movimiento político y social, sin defraudar un ápice las aspiraciones de las clases populares y trabajadoras, sólo siendo absoluta y escrupulosamente coherentes entre nuestras acciones, proclamas y actitudes, será posible convertirnos en fuerza real de Gobierno de este país. Y cuando lo consigamos, aún tendremos que seguir estando en las Instituciones, pero también en las calles, asegurando la plena coherencia de las políticas puestas en marcha.


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