OPINION

Rotura fibrilar

Joana Maria Borrás | Domingo 30 de octubre de 2016

Será cuestión de días que el PSOE cicatrice su rotura fibrilar, a base de sesiones de osteopatía y láser. Dudo que un Pedro Sanchez desgastado física y psicológicamente, como debe estar en este momento, pueda, desde la trastienda de la militancia, regenerar un partido cuyo sentido de la democracia interna y libertad de expresión, feneció hace décadas.

Cuatro años de ésta legislatura, a punto de estrenarse, sin interrupción, salvarían al PSOE de una debacle antológica. La memoria es corta, en este País y en cualquier otro, y las nuevas generaciones van olvidando las aberraciones que cometieron las anteriores. Por eso, partidos de ultra derecha vuelven a la carga en Alemania, como si nada hubiera ocurrido en los campos de concentración.

Con esa memoria cíclica que ahora perdona, ahora castiga, pasamos de derecha a izquierda como si el centro no existiera más que de vez en cuando.Soy de la opinión que las personas de y con sentido común, jamás militarán en un partido más de una legislatura o dos. Los más inteligentes, incluso, ni tan siquiera lo intentarán nunca.

Por ello seguimos abocados al sin sentido cotidiano. Nuestra Administración Pública no es práctica, no es ágil, no es moderna, no es rentable. Nuestros Gobiernos tampoco. Y los partidos políticos ser rigen por normas que a veces me recuerdan más a una secta, que a una asociación libre y democrática.

Veamos, un Congreso moderno, estaría debatiendo leyes para fomentar y controlar el uso de los drones (me sigue obsesionando el tema de la misma forma inexplicable que me gusta el béisbol); estaría debatiendo la legalización de la Eutanasia (porque mientras veo a los diputados en pleno debate de investidura, vienen a mi mente las imágenes de los abuelos en las residencias de ancianos, atados a sillas de ruedas, con la cabeza colgando e incapaces de valerse por si mismos, pero que alguna vez votaron,alguna vez cotizaron a la seguridad social y alguna vez pensaron que jamás querrían verse así como están ahora); un Congreso moderno debatiría sobre el reparto del dinero de las pensiones y el control más exhaustivo del mismo.

En cambio ahora mismo, nuestros diputados están en pleno debate de investidura, igual de inmaduro, repetitivo, aburrido, improductivo y es más, casi nocivo, porque siempre he pensado que el comportamiento de los políticos cala en el comportamiento de los ciudadanos, y de momento lo que han estado enseñando: es que se puede vivir un año percibiendo una nómina, sin hacer nada productivo y lo que es peor, sin sentir remordimiento alguno.