EDITORIAL

La no-censura

Miércoles 19 de octubre de 2016

Más de un mes ha pasado desde la moción de censura en Granadilla y el inmovilismo de los socios del Gobierno regional, CC-PSOE, comienza a ser insultante. Se han aprovechado del desconcierto que reina en Madrid y por ese mismo motivo nadie quiere mover ficha hasta tener inquilino definitivo en Moncloa, no vaya a ser que la jugada coja a todo el mundo a contrapie.

Lamentablemente, nos encontramos ante un triste axioma de la política canaria, siempre supeditada a los designios de la gran urbe a la hora de tomar sus propias dcecisiones. Más tarde llegan las quejas sobre los fondos que no llegan del convenio de carreteras Canarias-Estado, entre otras cuestiones, pero lo cierto es que, salvo en los últimos coletazos del Gobierno de Paulino Rivero, el Ejecutivo canario se ha instalado en el ventajismo de supeditar sus decisiones a lo que nos llegue de la península.

Gran parte de la culpa radica en esa entelequia que era Coalición Canaria, el partido de los partidos, el que unía al fin el Archipiélago, y que se ha demostrado en los últimos dos decenios que es la gran mentira de la política en las Islas. Nos han tomado el pelo y, gracias a la falta de ideología que con los años han demostrado, les ha importado lo mismo pactar con socialistas y populares amparándose en eso que les ha dado por llamar la "agenda canaria". Vaya timo.

Y es ese compendio de formaciones que se dio por llamar CC el que ha dinamitado un pacto de gobierno en el que no creían desde la misma noche electoral, cuando se rogaba a los dioses que el PP sacase un escañito más que librase al buenrollista Clavijo de Patricia y su séquito. La excusa era la mejor, Granadilla, la nueva joya de la corona del Archipiélago a la que le esperan muchos y pecuniarios asuntos durante los próximos años.

Desde entonces, "rupturas de confianza", vilipendios a la consejera socialista por parte de un presidente insular y otras tantas cosas de las que algunas se saben para intentar romper, a sabiendas de que PP y PSOE tienen un largo camino que recorrer para ir de la mano a la fiesta de la democracia.

Nada de eso influye al PSOE, que sigue en el Gobierno sin confiar en el, quizás por todos esos "enchufados" que se quedarían sin sueldo. Es una teoría que era difícil comprar, pero que a cada hora que pasa se hace más fácil de imaginar.


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