OPINION

Los pijos al asalto del poder

Marc González | Viernes 10 de junio de 2016

¿Qué hay más pequeñoburgués que ir en familia a IKEA? Con su maestría para sublimar el diseño –la nueva religión- para presentarnos unos muebles baratos que cada quien tiene que montarse, este gigante comercial sueco ha pasado a formar parte de nuestro modo de vivir, con sus lámparas, sus cocinas y sus albóndigas, sin que hasta la fecha le haya surgido competencia digna de tal nombre.

El tránsito publicitario de Podemos hacia la socialdemocracia se escenifica plagiando el catálogo de IKEA y haciendo aparecer a sus actores en artificiosas poses propias del hombre (y la mujer) moderno, realizando las labores domésticas rodeados de muebles de cuidado diseño (aunque a los de atrezzo se les olvidó barrer bajo la mesa en que Iglesias toma café en la página 47 despachos). Jarabo cargando el lavavajillas, en el baño o regando macetas; Yllanes, la estrella del catálogo, con delantal rojo sevillista mientras corta algo sobre una tabla, o haciendo las maletas; Tania Sánchez en pose de novicia a punto de asumir la profesión perpetua… Todo muy obrero, como pueden ustedes observar.

Hay que engañar a la clase media no solo para exprimirla impositivamente cuando gobernemos. Además, serán ellos los que nos voten masivamente. Yo voto a IKEA, ¿y tú?.

Atrás quedan la repetida confesión de Iglesias “yo soy comunista”, o la afirmación de que “lo que está ocurriendo en Venezuela y lo que va a seguir pasando es una referencia fundamental para los ciudadanos del sur de Europa”. Ya no toca, que se nos ve el plumero.

Lo cool, lo que creen los publicitarios que va a llenar de votos podemitas las urnas es una campaña –que habrá costado una pasta gansa- y que juega a hacer pasar a los de Podemos por la derecha de un PSOE mareado ideológicamente como una peonza, mientras se consuma el ansiado asalto del poder que preconizaba Lenin en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, luego conocido como Partido Comunista, una vez que los bolcheviques ya habían conseguido dinamitar el socialismo democrático, como de nuevo pretenden. Por cierto, no se sorprendan si el camarada Iglesias se define en esta campaña socialdemócrata. En realidad, no miente, solo se retrotrae 113 años, a cuando los suyos fundaron las bases de la revolución que habría de llevarles al poder costase lo que costase. Las consignas eran claras: “Para asaltar el poder es necesaria una degradación previa, constante y progresiva del tejido social. Una ocupación creciente de pequeños puntos que vayan extendiéndose como la gangrena. El objetivo es convertir una sociedad sana, fuerte e inexpugnable en un cuerpo enfermo, cansado y sin ánimos de resistir".

Y a fe mía que el dueto Rajoy-Sánchez lleva años preparándole el terreno a la camarilla comunista de la facultad de Ciencias Políticas de la Complutense. Actuar tiene mucho de impostar. Y el que imposta es, no lo duden, un impostor.


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