EDITORIAL

Wismichu lleva internet a la calle

Viernes 11 de marzo de 2016

La polémica suscitada por el youtuber Wismichu en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife solo se explica por la doble moral de la sociedad de hoy en día.

Dejando a un lado las consideraciones morales de si es lícito o no un espectáculo así no recomendado para “menores de 13 años”, como ha declarado la productora del show, la realidad es que nuestros adolescentes consumen en cantidad industriales (y subiendo) estos contenidos. Soeces, desagradables o maleducados, pero un reflejo de la sociedad en la que vivimos y a la que no podemos dar la espalda.

El adolescente está programado para rebelarse, para romper las reglas que hasta ahora conocía y nuestra labor es saber guiarle hasta la madurez. Como en todo, la regla no es igual para todos; habrá niños que se habrán impresionado por unas palabras que dudo que alcancen a comprender, aunque según me cuentan, el lenguaje gestual del youtuber hacía el resto.

Eso ha sido desde tiempos inmemoriales.

Son los progenitores quienes han de mantenerse vigilantes, si ese es su deseo, y en este caso son los máximos responsables en esta polémica. El youtuber hace lo que le ha hecho famoso, y el padre ha de preocuparse por saber quién es ese chico que tanto le gusta a su hij@.

¿Ha intentado usted poner el control parental en internet para sus hijos? Si es así, sabrá que las limitaciones son tales que no podrán ni ver la prensa deportiva. Y si la ven, se verán expuestos, como con Wismichu, a la sexualización del día a día, con cuerpos semidesnudos, enlaces a vídeos con contenidos igual de soeces y a todas luces para adultos.

Por tanto, todo se resume en una decisión muy sencilla. Dicen que internet es el medio más democrático. ¿Cuándo deben los jóvenes ser miembros “de plano derecho” de la red, con los riesgos que ello conlleva?

Que el youtuber haya trasladado su propuesta de la red al teatro lo único que hace es visualizar el problema, puesto que con las nuevas tecnologías hemos dado carta blanca a nuestros jóvenes para que accedan a un mundo que no comprender desde muy temprano. Si estamos dispuestos a que nuestros niñ@s lleven móvil desde los 10 años, debemos asumir que la labor de canguros que han alcanzado lleva consigo estos reversos.


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