OPINION

El discurso de Rajoy

Jaume Santacana | Miércoles 09 de marzo de 2016

Extracto de un hipotético discurso de don Mariano Rajoy Brey ante el Congreso de los Diputados:

“Señor presidente. Señores y señoras diputados:

Me presento ante sus señorías con el ánimo de responder al discurso pronunciado esta mañana por el señor Pedro Sánchez, secretario general del Partido Soocialista Obrero Español.

Señor Sánchez, mire usted: ha dibujado, su señoría, un panorama pinturero sobre la actual política española. En primer lugar, sus comentarios sobre política exterior me han parecido propias de un auténtico pazguato, con ínfulas de alma de cántaro y con ciertas pretensiones zalameras, seguramente por aquello de darle de comer al berraco y conseguir algunos aplausos de mírame y no te menees. Me parece de guinda, pero en el fondo de sus palabras se esconden algunas felonías que le han hecho meter la pata hasta el corbejón, si usted me permite la expresión.

Pa chasco que el Partido Popular está de acuerdo en algunas de sus propuestas, aquellas que son oro molido, sobre todo las relacionadas con los dispendios en la fiscalidad laboral. Usted, señor Sánchez es pan de oro, no lo dudo, pero conlleva, en su interior, algunas cuitas que debería corregir a escape. La enjundia de su discurso se ha basado en una miaja de populismo de vía estrecha. Habla usted de endriagos, refiriéndose a los diputados compañeros de mi escaño. Y dándole vueltas al molino, se ensarza en insultos mastuerzos sin entrar, en ningún momento, en el busilís de la cosa. Mire usted: darle al palique o pegar la hebra no soluciona la gobernabilidad de España. Es menester arrimar el hombro y dedicarse a templar los nervios. El gran problema de los monís está en Europa y, más concretamente en la política del Banco Central Europeo que, dicho sea de paso, le bebe los vientos a la señora Merkel, enamoriscada a la vez con el Banco Mundial. Devaluar o salirse del euro es, ahora mismo, señoría, cagar la moscarda. No estoy diciendo que los alemanes sean todos unos destripaterrones amoñados con cerveza. No señor; nada de esto. Le intento decir que en momentos como estos, tenemos que conservar el cacúmen, mostrar nuestro porte y actuar como gallardos, tal y como nuestra historia nos demuestra; debemos mantener el caletre frío y no dejarnos estafar por el primer lechuguino que se nos presente, des Hollande o Cameron.

Dice usted – cuando habla de políticas sociales – que los griegos actúan como zarrapastrosos. No me sea nublo, señor Sánchez; prefiero que se presente usted como mostrenco que como dengue. Déjese usted de chanzas y mire de atisbar la realidad. En otros palabros, deje usted de darle a la húmeda o, finalmente, frente a Europa, acabaremos entregando la pelleja. Habla usted del déficit público: ¡fetén!, estamos de acuerdo, pero no empozoñe la cuestión con otras zarandajas. Sobre el tema territorial no ha declarado usted ni chus ni mus, y eso que no es su señoría persona pacata en esos temas. No me sea chisgarabís y no me pierda el oremus. Le quería replicar sobre otra cuestión pero, la verdad, se me ha ido el santo al cielo. A más ver, señoría”.

No fue, pero podría haber sido. Lenguaje rancio y casposo, propio de finales del siglo XIX. Así estamos.


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