OPINION

Si no lo digo, reviento

Beatriz Díez-Mayans | Lunes 13 de octubre de 2014
Lo primero quiero hacer es pedirles disculpas por anticipado a aquellas personas que, si siguen leyendo esta columna, es muy probable que se sientan ofendidas. Sin embargo, aun sabiéndolo, tengo que continuar con mi propósito. Y es que si no lo digo reviento.

Son ustedes unos hipócritas de cuidado. Ojo, no todos, en absoluto. Sólo aquellas personas que han utilizado un tema tan serio como el ébola no sólo para hacer demagogia, sino también para ganar popularidad en las redes sociales a base de frases típicas y tópicas como “os preocupa más un perro que las personas” o “mientras vosotros lloráis por un perro yo rezaré por las personas que pueden morir de ébola”. Ja, ja, ja…

¿A ver cómo lo digo sin insultar demasiado? A los que piensan que los que defendemos a los animales (como Excalibur, el perro al que sacrificaron sin hacerle pruebas para ver si tenía ébola) no nos importan las personas, sólo puedo decirles una cosa: son ustedes unos ‘taraos’ y unos lerdos.

Para que lo entiendan de una vez (ya que veo que a muchos les cuesta): los que defendemos a los animales también defendemos a las personas, a los niños que pasan hambre en el tercer mundo, a los que pasan hambre aquí, a los ancianos, a los no tan ancianos que no tienen trabajo y no saben cómo llegar a final de mes ni cómo alimentar a sus hijos, a los niños con problemas de aprendizaje, a los que sufren acoso escolar, a los mayores que tienen Alzheimer, a las prostitutas que no tienen amparo legal, a los inmigrantes que se ven solos en una sociedad cruel genéticamente… A todos esos y muchos más… ¿Saben por qué? Porque los que defendemos a los animales defendemos, por norma general, a los indefensos… Porque los que defendemos a los animales defendemos a unos y a otros por igual porque a nosotros nos importan TODOS.

Los que de verdad tienen un problema son ustedes que sólo defienden a unos y dejan de lado a otros. Es decir, los que de verdad tienen un problema son los que sueltan frases lapidarias como “¿os importan más las personas que los animales?”

A ver si se enteran de una vez por todas… que nos importan TODOS. Porque el trato que les damos a los animales, señores míos, no es cuestión de que nos gusten o no, es una cuestión de ser civilizados. De no disfrutar con el mal ajeno y de no divertirnos a costa del sufrimiento de otros. En definitiva, es una cuestión del tipo de sociedad que queremos ser.

¿Queremos ser una sociedad que maltrata por diversión? Pues eso es, precisamente, lo que somos. Tiramos cabras desde campanarios, ahorcamos perros cuando ya no sirven para la caza, apostamos en peleas de perros y gallos que mueren agonizando en la encarnizada lucha, matamos toros clavándoles lanzas y disfrutamos viendo cómo un tipo ridículamente vestido, marcando paquete y con montera maltrata, hasta la muerte, a un toro que lucha en desigualdad de condiciones. Ya me gustaría ver a mi al torero ponerse sin el estoque y sin tener una barrera en la que esconderse cuando el toro le gana en hombría y valor.

Sinceramente, somos una sociedad de mierda, cruel y muy hipócrita que a los que defendemos que no se maltrate a nadie (ni a personas ni a animales) nos tildan de locos animalistas y malas personas mientras la verdadera crueldad reside en los que miran para otro lado cuando los derechos de un ser vivo indefenso, sea de la especie que sea, están siendo atacados por simple diversión.

Excalibur no debería haber muerto sin que unas pruebas científicas dijeran que, efectivamente, era un riesgo. Si lo era, por supuesto que se debía sacrificar. El problema es que nunca sabremos si realmente era un peligro para la humanidad. Y mientras el debate principal era que se le hicieran pruebas, muchos lerdos aprovecharon el tema para hacerse populares en las redes sociales haciendo demagogia barata.

Si llegados a este punto usted, querido lector, se ha sentido insultado… Querido mío sólo puedo decirle que “quien se pica ajos come” y, en ese caso, hágaselo mirar. Que usted lo pase bien.

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